Hace dos años escribí un texto sobre la navidad, sobre las tradiciones, y sobre cómo podemos —desde la comodidad de nuestras casas— apostarle a una navidad diferente. Lo publiqué en la segunda edición de la revista Eco Eco… y como la revista ya no se publica más, hoy quiero actualizarlo un poco y compartirlo de nuevo aquí en el blog.
La Navidad, si bien es originalmente una celebración religiosa, se ha convertido en una tradición que se celebra a lo largo y ancho del globo, reuniendo a la familia y a los amigos en torno a la comida, la música y diversos festejos. De diciembre se espera que sea una época llena de alegría y solidaridad; sin embargo, para muchas personas, termina siendo una temporada de excesos, deudas y ansiedad. ¿Qué fue lo que se nos perdió en el camino?
Estoy segura de que hay varios puntos delicados a revisar, pero para empezar vale la pena tener en cuenta que apenas desde el siglo XIX se popularizó la tradición de intercambiar regalos… ¡Y a quién no le gusta recibir regalos! El asunto es que esto se convirtió en una carrera de consumo desenfrenado y ahora, gracias (en gran medida) a las campañas de marketing, al parecer estamos convencidos de que no hay ninguna otra manera válida de celebrar la navidad aparte de comprar, comprar y comprar.
Esto ha convertido a diciembre en un mes de excesos (en el peor sentido de la palabra), la época más esperada por los comerciantes, más explotada por los publicistas y más temida por el planeta. Sí, eso creo yo: si la Tierra tiene la capacidad de tenerle miedo a un mes, estoy segura de que ese mes es diciembre.
Piensa en esto: buena parte de la humanidad se dedica a comprar todo tipo de productos (muchos de origen dudoso, con obsolescencia programada y/o de baja calidad), empacarlos en kilómetros de papel (en el mejor de los casos, que a veces se usa plástico u otros materiales todavía más contaminantes), cocinar en cantidades desproporcionadas (y por lo general usando ingredientes que son menos que amigables con los animales, la salud del planeta y la nuestra), encender miles de luces (que obviamente no funcionan con energías renovables), usar fuegos artificiales (que dejan su buena dosis de contaminación en el aire, además de la contaminación auditiva y el terror que ocasiona a los animales silvestres y domésticos)… en fin, impactos enormes en el entorno y solidaridad más bien poca.
¿Está perdida entonces la Navidad? ¿Es necesario cancelarla para estar en paz con el planeta? Yo creo que no. Las tradiciones son acuerdos de lo que una comunidad considera digno de convertirse en parte integral de sus costumbres… y estoy segura de que podemos llegar a unos acuerdos diferentes, actualizados, dinámicos; unos que realmente sean dignos de pasar de una generación a otra. Y vale la pena, porque más allá de las tradiciones hay una cosa que sí que se merece la siguiente generación: un planeta sano.
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· 10 ideas para una navidad más sostenible ·
Si te gusta esta festividad, no tienes por qué dejar de celebrarla y —aunque parezca imposible— puedes hacerlo respetando tu salud, la del planeta y la de todos sus habitantes. Para lograrlo, te propongo esta lista de ideas, que entre todas/os podemos hacer que sean parte de nuestras nuevas tradiciones.
1. Busca otras maneras de hacer regalos. Hay muchas alternativas que no requieren que te endeudes hasta el cuello ni que pases horas en un centro comercial. En esta publicación te doy algunas ideas, y aquí encuentras una guía expandida de regalos de navidad responsables y bonitos.
2. Piensa en el largo plazo. Las experiencias (aún las más sencillas) son mucho más valiosas que los objetos, y dejan aprendizajes y recuerdos que no van a parar a la basura. Recuerda que no sólo con cosas materiales se demuestra el afecto.
3. Reflexiona antes de comprar objetos. No olvides que derroche no es sinónimo de cariño, así como ahorro no es lo mismo que tacañería.
4. Cuida también lo que pasa en la cocina. El desperdicio de alimentos es un problema social, económico y ambiental enorme, y en estas épocas se intensifica. Revisa bien las cantidades para no cocinar más de lo que vas a comer, y almacena y aprovecha las cosas que sobran, para que no vayan a parar a la basura.
5. Extiende la solidaridad de esta época a otras especies. Cocina con ingredientes vegetales, hay montones de recetas fáciles, deliciosas y veganas que puedes preparar esta navidad: platos principales, postres y bebidas para todos los gustos, que no sólo son más amigables con los animales, con tu salud y con el planeta, sino que invitan a la experimentación culinaria y mantienen vivas la curiosidad y la creatividad.
6. No inundes tu celebración con productos desechables. Las tareas de casa no tienen que ser tediosas y pueden ser parte de la tradición, haciendo un uso más justo de los recursos. Lavar platos reutilizables siempre será más sostenible que usar platos desechables, pues estos últimos requieren constante extracción de recursos y generan toneladas de basura, además de usar mucha más agua en su fabricación que la que se necesita para hacer una lavada en casa.
7. Regalos sí, pero que salgan del corazón. No hay obligación de dar regalos a Raimundo y todo el mundo (ni tiene sentido hacerlo). Puedes compartir esta imagen que creé hace un par de semanas, para que cada vez seamos más las personas que hacemos resistencia civil al regalo por compromiso ;-)
8. Reduce tu huella ambiental al empacar los regalos. Puedes entregarlos sin empacar, con empaques que tenga vida útil después del regalo (como una pañoleta de tela o un frasco de vidrio), o puedes reutilizar materiales que tengas disponibles en casa. El papel de regalo tiene una vida útil muy corta y un impacto ambiental muy grande, que realmente no se justifica, y el hecho de que sea biodegradable no implica que sea “amigable” con el medio ambiente.
9. Preocúpate por el origen de los regalos que quieres dar, y no sólo por su destino. Elige cosas que hayan tenido producción responsable y sostenible.
10. Que tus festejos no se conviertan en una pesadilla para los animales. No uses fuegos artificiales. El ruido que generan espanta y desorienta a aves y murciélagos, y puede generar estados altos de ansiedad —e incluso la muerte— a animales silvestres y domésticos.
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Por último, no te olvides de lo que pasa el resto del año. No tienes que esperar a la Navidad para expresar solidaridad, empatía y afecto, ni hay razón para dejar que se “acumulen” las ganas de compartir con nuestras familias y amigos cuando podemos hacerlo en otros momentos, aunque no sea parte de la tradición colectiva.
Recuerda que no hay por qué tragar enteros los mensajes de los anuncios publicitarios… bien puedes crear tus propias tradiciones y decidir la manera en la que quieres pasar esta temporada sin seguir al pie de la letra lo que dicen las costumbres o lo que se considera “normal”. Además, seguramente ya sabes que el hecho de que algo sea considerado “normal” no significa necesariamente que ese algo sea bueno, para ti o para el planeta.