A estas alturas no es ningún secreto la estrecha relación que existe entre el consumo de productos de origen animal y la degradación de la salud del planeta (y la nuestra). Sin embargo, estos productos están tan profundamente arraigados en nuestras costumbres y hábitos cotidianos que pensar en eliminarlos —o incluso en reducirlos— parece una locura para muchas personas.
Pero la verdad, la pura verdad, es que no sólo NO es imposible, sino que puede ser más entretenido y gratificante de lo que te imaginas. Para mí, por ejemplo, dejar de consumir productos de origen animal fue una oportunidad para re-descubrir el mundo de la cocina: yo podía morir de pereza de cocinar, pero el desafío de hacer cosas nuevas y ricas despertó una curiosidad culinaria que no sabía que tenía, y me ha llevado a experimentar con ingredientes que ni siquiera conocía y con preparaciones que nunca se me habían pasado por la cabeza (por ejemplo, brownies de frijol negro… no te dejes engañar por la rareza del ingrediente principal, ¡son una delicia!).
Si en este momento te estás preguntando por qué deberías plantearte el eliminar —o reducir drásticamente— los productos de origen animal en tu dieta, te propongo este repaso: puedes ver Cowspiracy (tarea obligada para cualquiera que afirme estar interesado en temas de sostenibilidad, y además ya está disponible en Netflix), puedes leer algunos datos puntuales que compartí en esta publicación sobre el impacto de la ganadería en el medio ambiente, y si estás preparada/o para quitarte una enorme venda de los ojos, puedes ver Earthlings. Por último, y para que veas que no todo es como lo pintan, puedes revisar esta publicación que hice hace tiempo con algunos mitos y verdades sobre la alimentación vegana.
Y sí: el lunes sin carne es una iniciativa muy interesante, pero tenemos mucha evidencia que nos muestra que no es suficiente, y que si realmente queremos tener una existencia más amigable con otros humanos, con los animales y con el planeta (es más, podría decirse que si queremos tener la posibilidad de existir como especie en el futuro), tenemos que ir tomando pasos que nos lleven un poco más allá.
¿Eso quiere decir que tienes que hacerte vegana/o de un día para otro? No. ¿Quiere decir que eres una persona horrible porque consumes productos de origen animal? Tampoco. Quiere decir que si eres una persona sensible —como estoy segura de que eres— vale la pena que te hagas varias preguntas y que te plantees la idea de salir un poco de la zona de confort que nos dan las costumbres y la tradición, porque, como dicen por ahí: no se aprende absolutamente nada dentro de la zona de confort. Y por otro lado, que algo sea costumbre o tradición no significa que esté “bien”, y que algo se haya hecho siempre de una manera no significa que haya que seguir haciéndolo así… se supone que somos una especie inteligente que es capaz de adaptarse a las necesidades de su entorno (esa capacidad fue la que nos trajo hasta aquí en primer lugar), ya va siendo hora de que le hagamos justicia a esa afirmación y que empecemos a adaptarnos a las necesidades de ESTE entorno, aporreado, tal como lo tenemos ahora.
Pero bueno, no más cháchara… me voy directo a 5 propuestas con las que te invito a que des un paso más allá y dejes los “zapatos” del Lunes sin carne en el pasado, que ya nos están quedando chicos. Estos no son pasos, no tienen un orden en particular ni un nivel de dificultad determinado (eso depende de cada uno) y por supuesto no pretendo decirte qué debes hacer antes y qué debes hacer después; simplemente son ideas para empezar a experimentar y hacer una transición a una alimentación más amigable con el mundo. Ya me dirás qué tal te parecen :-)
1- Prueba el “lunes a viernes sin carne”
Esta es una manera sencilla de empezar a cambiar tus hábitos alimenticios y a explorar todo lo que la cocina sin carne tiene para ofrecer. Sé que es difícil imaginarse una vida sin comer carne cuando uno la ha comido casi todos los días (yo estuve ahí, también me parecía imposible), pero este tipo de cambios graduales nos empieza a mostrar otra perspectiva… y lo más posible es que veas un impacto tan positivo en tu salud que te sientas motivada/o a llevarlo un poco más allá. Para ampliar la idea, aquí te dejo esta charla de 5 minutos, donde Graham Hill (fundador de Tree-Hugger) nos cuenta sobre su experiencia como “vegetariano de días laborales”.
2- Veganiza tus comidas, una a una
La carne no es la única “culpable”… el impacto viene también de las industrias de producción de huevos y lácteos, y de hecho hay tanta crueldad y maltrato en un vaso de leche o en un omelette como la hay en una chuleta. Pero ya sabemos cómo somos… la comida es un tema sensible y despierta pasiones, amores, temores y discusiones, y ser empáticos con animales a quienes toda nuestra vida nos han enseñado a ver como bienes de consumo es un proceso que puede tomar tiempo. Pero eso ésta puede ser una buena estrategia: elige una de las tres comidas principales del día y empieza a buscar opciones para “veganizarla”. Enfocarte en un sólo “menú” puede hacer que el proceso sea menos agobiante, porque te concentras en buscar alternativas puntuales y defines un momento específico del día para la experimentación. Cuando domines una comida, ¡puedes pasar a veganizar la siguiente!
A la izquierda, batido poderoso para tomar a media mañana. A la derecha, experimentando con galletas veganas de chips de chocolate amargo.
3- Aprovecha los restaurantes
Si todavía te pone un poco nerviosa/o la idea de cocinar cosas veganas (que no tendría por qué, porque es muy fácil y muy rico… pero bueno, las cosas nuevas igual asustan), puedes aprovechar el hecho de que otras personas ya lo hacen a la perfección. Saca partido de los platos vegetarianos y veganos que ya ofrecen la mayoría de restaurantes o, mejor aún, busca restaurantes totalmente vegetarianos o veganos en tu ciudad, y empieza a probar todas las cosas ricas que ofrecen. Eso puede ser útil para empezar a explorar sabores, ingredientes, mezclas y preparaciones que después —cuando te sientas más confiada/o— puedes preparar en casa. Para facilitar el proceso, te recomiendo Happy Cow, una web que te ayuda a encontrar opciones vegetarianas y veganas en muchos lugares del mundo, con mapa, comentarios de otros usuarios y rango de precios; es genial, y también tienen app para el celular.
4- Veganiza tus compras
Cuando estamos en casa tenemos pleno control sobre lo que queremos y lo que no queremos comer, y no hay que lidiar con preguntas o situaciones difíciles en las que otras personas empiezan a cuestionar nuestras decisiones y procesos (que, no nos digamos mentiras, puede ser una de las partes más incómodas de ser vegano). Una buena manera de reducir los productos de origen animal en tu dieta es directamente eliminarlos de tu lista de compra, y limitar su consumo a las veces que comes fuera de casa. De hecho ese fue el primer paso que yo di para eliminar los lácteos: decidí que iba a dejar de comprarlos y que sólo los iba a consumir si salía a comer a algún lado. Más temprano que tarde eso me llevó a eliminarlos completamente… y de lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes ;-)
5- Experimenta con los clásicos
Si bien un montón de preparaciones de platos y postres típicos de diferentes partes del mundo ya son vegetarianos o veganos (casi siempre sin que los comensales se den siquiera por enterados), también hay muchas que tienen productos de origen animal pero que pueden ser “veganizadas” con un poco de creatividad (y la creatividad nos gusta, ¿cierto que sí?). Haz una lista de comidas típicas de tu zona que te gusten mucho, o de tus platos favoritos, y analiza cuáles pueden ser preparadas reemplazando los productos de origen animal por opciones más sostenibles y más empáticas. Para mí esto fue esencial en el proceso de dejar los lácteos, fue como que me dije a mí misma: “me tengo que demostrar que es posible hacer postres ricos sin leche”… ¡y lo logré! Ahora hago un delicioso arroz con leche/sin leche, he hecho natilla navideña con leche de almendras y también heladitos de fruta —recordando los que casi siempre tenía mi abuela en el congelador— entre otro montón de cosas riquísimas que (la pura verdad) seguramente nunca hubiera preparado si no fuera por mi proceso de “veganización”.
A la izquierda, heladitos de fruta y leche de almendras hechos en casa. A la derecha, natilla navideña veganizada... es una natilla de las que vienen en caja, común y corriente, pero preparada con leche de almendras. ¡Queda deliciosa!
Como te decía al principio, para mí todo esto ha sido un camino de exploración, creatividad y —por supuesto— de reconciliación conmigo misma, con las cosas que siento y que pienso y con mi paso por el planeta. No fue de un día para otro, y no es necesario que lo asumas como una cuestión en blanco y negro. Este es un tema complejo que se puede mirar desde diferentes lentes. Para mí (y ya lo he dicho antes) sería ideal tener una varita mágica que hiciera que todos fuéramos veganos y viviéramos en paz con los animales, pero obviamente las cosas no son así; cada quien tiene procesos diferentes y es muy importante que tú misma/o encuentres uno que funcione para ti, pues de eso va a depender el que seas o no capaz de llevarlo adelante… más vale un “vegetariano de días laborales” que genera un nuevo hábito y de verdad cambia su manera de pensar, que un “vegano de un día” que prueba algo y lo abandona para siempre porque no se adaptó a sus necesidades. Ten presente que es importante enfocarse en el progreso y no en la “perfección”, y no olvides que el primer paso no es el último, y tampoco debería ser el único.
Aquí te dejo, de bonus track, un tablero de Pinterest lleno de recetas veganas, otro de postres y otro más de bebidas.