Charlando con Deb, de oyedeb.com

Charlando con Deb, de oyedeb.com

Desde hace un tiempo vengo haciéndome muchas preguntas en torno a la conexión que existe entre el trabajo y el activismo, y sobre por qué, colectivamente, parece que nos resistimos a la idea de que las personas que hacen algún tipo de activismo puedan ganar dinero en ese proceso.

Es como si creyéramos que si alguien quiere hacer algo “bueno” por el mundo entonces lo debe hacer gratis, porque si es gratis entonces significa que es genuino y se hace desde el corazón, y cualquier cosa que tenga que ver con dinero ya está inevitablemente manchada y no puede estar hecha con amor ni con honestidad, sino con tedio y por obligación. Es una visión muy retorcida que tenemos del trabajo, me parece a mí.

Yo misma he luchado con esa visión, porque me ha costado mucho empezar a entender que este trabajo que hago —el de crear contenido que esté enfocado en difundir temas relacionados con sostenibilidad y con la manera en la que habitamos el planeta— ES trabajo, que por mucho que lo haga con todo el amor del mundo ES trabajo, y que, como cualquier otro trabajo, para ser sostenible debe ser remunerado.

Este tema, además, lo he venido conversando por aquí y por allá con amigas que son activistas, o que tienen proyectos que de alguna manera están tratando de construir algo bueno por el planeta, por los animales… y es frustrante darme cuenta de que tantas de nosotras (por no decir todas) terminamos quemándonos física, mental y emocionalmente, tratando de darlo todo en proyectos que sentimos que son importantes, mientras al mismo tiempo sostenemos trabajos que tal vez no nos gustan tanto pero sin los que no podríamos tener lo básico que necesitamos para pagar arriendo, comer, pagar servicios públicos… o sea, ni siquiera podríamos pagar lo mínimo que necesitamos para vivir. Y cuando buscamos maneras de ganar dinero con nuestro activismo, muchas personas nos caen a la yugular a decirnos que “nos vendimos”, o que “claro… algo tenían que estar vendiendo”.

Es una pena porque, si lo pensamos bien, normalmente no cuestionamos el hecho de que haya personas haciendo trabajos que son horrorosamente destructivos para la sociedad y el medio ambiente, o que directamente no aportan nada que sea valioso. No nos escandaliza que el director ejecutivo de una empresa X que vende productos (que no son precisamente buenos para el planeta) quiera ser millonario y tener mucha plata para comer bien y viajar por el mundo, pero sí nos talla que la directora de una organización que ayuda a los animales quiera ganar, con su trabajo, suficiente dinero para sostenerse y darse una vida cómoda y agradable, que pueda disfrutar y en la que pueda realmente descansar y recuperarse física y emocionalmente de su agotadora labor.

 

·   ·   ·

 

Hace un tiempo hice una charla / conversatorio experimental en el que quise compartir estas inquietudes con otras personas, preguntándonos si trabajo y activismo pueden ser lo mismo. Es un tema que me está haciendo “run run” en la cabeza porque mi blog —que empezó como una manera tímida de compartir mi interés por la huella que dejo en el planeta— se ha ido convirtiendo lentamente en mi manera de hacer activismo y también en el eje de mi vida laboral.

 

Es también un tema sobre el que creo que es importante que hablemos más abiertamente, porque todas nos beneficiamos de que existan personas que quieren construir un mundo más justo con su trabajo… pero a muchas todavía nos cuesta entender que ese trabajo, como cualquier otro, no es sostenible si se hace gratis todo el tiempo.

 

En fin. Sé que muchas personas que leen lo que comparto tienen también inquietudes con respecto a cómo hacer que sus procesos de activismo sean sostenibles, en torno a su trabajo, a los conflictos que surgen cuando choca con sus valores o con los cambios que quieren generar en el mundo, a las ideas de proyectos que se quedan en ideas porque nos da miedo hacer algo que no fue lo que estudiamos, o que no es la manera que la sociedad considera “adecuada” para nuestra profesión u oficio. Por eso quise invitar a mi amiga Deb a conversar sobre estos temas. Ella, a través de su web oyedeb.com, me ha dado más herramientas para entender mejor mi trabajo que lo que me dieron todos mis años en la universidad, y con una perspectiva que me encanta porque tiene en cuenta todo el paisaje emocional que nos mueve a hacer lo que hacemos. En el tercer episodio de mi podcast puedes escuchar nuestra conversación, en la que hablamos de trabajo, activismo, bailar sola y para ti misma, y correr (o no) para escapar de los leones.

Me gustó mucho esta conversación, no solo porque siempre me gusta conversar con Deb, sino porque en lo que hablamos es fácil identificar todos los puntos en común que hay en el proceso de encontrar un trabajo a tu medida y en el proceso de hacerte preguntas sobre tu huella en el planeta: ¿Miedo al qué dirán? ¿Parálisis por búsqueda de la perfección? ¿Ganas de renunciar al proceso cuando algo sale como no esperábamos? ¿Miedo a la incertidumbre? ¿Preguntas en torno a para qué hacemos esto si no sabemos cómo o cuándo va a tener efecto? Sí, todos esos puntos aparecen en común. Y creo que todos se pueden abordar de maneras más o menos parecidas, también.

Te dejo algunos enlaces que te recomiendo que visites para explorar este tema un poco más a fondo:

  • En esta charla de TED el activista Dan Pallota nos habla sobre esa visión retorcida que tenemos del dinero, y de por qué es importantísimo que los trabajos de quienes están generando cambio positivo en el mundo sean mejor remunerados.
  • En esta publicación que hice hace tiempo, en la que exploro esa trampa en la que caemos con tanta facilidad… la de pensar que si no hacemos todo entonces no vale la pena hacer nada. Y que aplica tanto para procesos de cuestionamiento de nuestra huella ambiental como para estos temas que converso con Deb. Te recomiendo que la complementes con esta publicación que hizo ella hace tiempo sobre el perfeccionismo (que viene tan de la mano con la trampa del “todo o nada”).
  • Aquí puedes oír otra conversación que tuve con Deb hace tiempo, y que ella publicó en su formato “Debsapp”. Es un formato que me gustó mucho porque fue literalmente una conversación de audios de Whatsapp en la que ella me iba enviando preguntas, yo tenía tiempo de pensar sobre lo que sentía con esas preguntas, y luego podía responder dedicándole buen tiempo a desarrollar cada idea. Verás que va a un ritmo muy distinto al de esta conversación sobre trabajo que está en mi podcast ;-)

 

Puedes escuchar este episodio en el audio que aparece aquí abajo, o directamente en Spotify y en Apple Podcasts.

 

 


 

Si te animas, me gustaría mucho saber qué piensas de estos temas, tanto de lo que hablo en el texto como lo que Deb y yo conversamos en este episodio. Como te conté, este es un tema que quiero seguir explorando porque estoy convencida de otra forma de promover la sostenibilidad consiste en lograr que los trabajos que son constructivos para el planeta y que aportan a la transición a una sociedad más sostenible sean tanto o más rentables como todos esos otros trabajos que ahora están enfocados exclusivamente en producir y vender cosas que no necesitamos. Así que, si hay algo que quieras aportar a esta conversación… ¡te espero en los comentarios!