Charlando con: Bea Johnson, de Zero Waste Home

Charlando con: Bea Johnson, de Zero Waste Home

El 27 de febrero fue la última vez que sacamos nuestro “paquete” de basura. El que tenemos todavía aguanta unas cuantas semanas más, así que oficialmente hemos superado nuestro propio record, y hemos logrado pasar más de seis meses sin llenar nuestra basurera.

Todo esto empezó desde hace tiempo y fue el resultado de la suma entre la preocupación que sentimos R (mi chico) y yo frente a la cantidad de basura que generamos los humanos, la transición de una basurera con bolsa plástica a una forrada en papel periódico reutilizado (que nos llevó a pensar con mucho más detenimiento lo que vamos poniendo ahí) y todos los artículos que empezamos a leer sobre estilo de vida Residuo Cero.

Ha sido un proceso de aprendizaje, y cada vez nos lleva a encontrar más y más maneras de reducir la basura que generamos… se ha convertido en algo así como un desafío personal. En todo caso, no puedo negar que hemos tenido algunos momentos difíciles y frustrantes, que aunque no nos han hecho desistir, sí nos han obligado a re-evaluar algunas de las cosas que estamos haciendo para ir ajustando el camino.

Lo nuestro es un proceso, y evidentemente no hemos “terminado”. Queremos seguir reduciendo la basura que generamos al mínimo posible, y para eso seguimos explorando, probando, e inspirándonos en personas que ya han recorrido un camino muchísimo más largo que el que hemos recorrido nosotros.

Una de mis fuentes inagotables de inspiración y aprendizaje es el blog Zero Waste Home

Así que cuando me enteré de que Bea (su creadora) estará en Medellín participando en el Foro de Ciudades Bajas en Carbono, inmediatamente le escribí un correo para invitarla a tomar café y pedirle que me concediera una entrevista. Ella (que es súper simpática), accedió, y todo estaba programado para que nos viéramos en octubre, aprovechando que yo también participaría en el foro como conferencista.

Peeeero los planes cambiaron: en octubre voy a estar en Berlín (¡eh eh eh!), participando de nuevo en el fellowship de The UnSchool, pero esta vez como co-anfitriona, así que no voy a estar en el foro, y mi encuentro cara a cara con Bea quedó aplazado hasta quién sabe cuándo. La buena noticia es que coordinamos un encuentro por Skype, así que pude hacerle la entrevista para compartirla contigo.

Antes de pasar a la entrevista, vale la pena dar un poco de contexto: Bea empezó su camino en este estilo de vida en 2006, y con su blog ha iniciado un movimiento global. Lo que antes se consideraba un concepto específico de contextos industriales y alcaldías municipales, se empezó a ver (cada vez por más personas) como un asunto que también se puede abordar desde la vida cotidiana y la “gestión” del hogar.

Bea publicó un libro en el que cuenta todo su proceso, y con frecuencia participa en conferencias y talleres, promoviendo este estilo de vida. Hay infinidad de entrevistas en internet, y casi todas se enfocan en preguntar por qué empezó y cómo lo hace… pero yo quise salirme un poco de ese molde y preguntar cosas que —creo— te van a resultar también muy útiles si, como yo, estás en el camino a una vida Residuo Cero.

En fin. No me extiendo más. Aquí va la entrevista:

Charlando con: Bea Johnson, de Zero Waste Home | Cualquier cosita es cariño

(M) ¿Cuál sientes que ha sido el principal beneficio de tu cambio de estilo de vida?

(Bea) La respuesta es muy fácil: el principal beneficio ha sido simplemente tener una vida mejor, una vida que está basada en las experiencias y no en las pertenencias. Descubrimos la vida a través del ser y no del tener. Se me quedan cortas las palabras para explicar lo rica que es la vida de esta manera, ha sido una verdadera epifanía.

¿Sientes que ya tienes el asunto en equilibrio y bajo control? ¿O todavía hay aspectos de este estilo de vida que te resultan desafiantes y que te ponen en conflicto?

Yo ya no siento que tenga que hacer ningún esfuerzo. Eso pasaba cuando empezamos… nos tomó dos años aproximadamente encontrar nuestro punto de equilibrio, creo que fue en 2010 cuando lo encontramos. En 2006 fue cuando decidimos empezar a simplificar nuestras vidas, en 2008 decidimos abordar el asunto de nuestros residuos, pero no había ninguna guía sobre cómo vivir una vida “Zero Waste”, así que tuve que probar un montón de cosas diferentes.

Siento que pasé por varios extremos: en un punto estaba haciendo mi propia mantequilla, mi propia leche de soya, mi propio queso… estaba haciendo DEMASIADAS cosas, y no sentía que fueran cosas que quería seguir haciendo por el resto de mi vida. Entonces dejé esos extremos. Pienso que el desafío más grande fue encontrar ese balance, y el balance ha consistido en encontrar y adoptar cosas que sabemos que podemos seguir haciendo.

Entonces, por ejemplo, en lugar de hacer mi propio pan me di cuenta de que puedo llevar una bolsa de tela a la panadería. Depende de cada uno encontrar un sistema que le funcione, basado en sus restricciones personales, su dieta, el lugar en el que vive… esto significa que el proceso va a ser diferente para cada persona.

Dices que uno de los desafíos más grandes fue encontrar el equilibrio. ¿Piensas que esto también fue un desafío emocional?

Sí, porque me sentía muy frustrada cuando no encontraba una solución. Por ejemplo, probé muchas alternativas de detergentes “Residuo Cero” y estaba lista para darme por vencida porque nada funcionaba. Después me di cuenta de que en cada lugar hay tipos diferentes de agua (más dura o más blanda), y muchos tipos diferentes de máquinas de lavar, así que algo que funciona en un lugar puede ser que no funcione en otro.

Eventualmente encontré una receta que funcionó para mí (esa la comparto en el libro), y luego encontré un detergente a granel que funcionó perfecto, así que no hay necesidad de que yo misma lo haga.

He notado que lo que pasa cuando mucha gente empieza (y lo veo con muchos nuevos blogueros o personas que se interesan en este tipo de vida) es que ellos hacen todo lo que hicimos nosotros al principio, tratando de hacer DEMASIADAS cosas… y si te pasas tanto tiempo preparando cosas en casa, ¡pues terminas quedándote sin tiempo para disfrutar la vida!

Ahora, de hecho, hago muy pocas cosas; en este momento sólo preparo mis propios cosméticos. He aprendido a sacar el máximo provecho de las cosas que encuentro disponibles, y hay muchos otros productos que dejé de usar y que me di cuenta de que sencillamente no los necesitaba.

Te entiendo perfectamente porque me ha pasado un poco lo mismo, pero… ¿piensas que ese proceso igual fue importante para aprender y descubrir cosas?

Para mí fue muy importante, porque todo eso fue material para el libro y me permite decir “he probado esto”, “esto no funciona, entonces elegí esto”, para que otras personas no tengan que pasar dos años tratando de encontrar soluciones como lo hice yo.

Lo normal es que estés probando una cosa, y luego otra, y comprando aquí y allá, y buscando lugares en los que vendan cosas a granel, y puede ser demasiado agotador. Y, por ejemplo, no le veo sentido a preparar un limpiador para vidrios si el vinagre blanco ya es suficiente. No le veo sentido a preparar una crema humectante cuando puedes usar aceite. Es muy sencillo: creo que la simplicidad es la clave de nuestro estilo de vida.

Charlando con: Bea Johnson, de Zero Waste Home | Cualquier cosita es cariño

Aparte del asunto del equilibrio, ¿sientes que tuviste algún otro desafío emocional en el proceso?

No, para nosotros el cambio de estilo de vida ha sido todo positivo. Al principio era difícil porque no teníamos guía y tuvimos que probar muchas cosas, pero no hemos tenido problemas de apego a los objetos, porque cuantas más cosas suelto más libre me siento, y más tiempo tengo para hacer las cosas que quiero hacer.

Aunque para mi esposo sí fue difícil desapegarse de algunos objetos… por ejemplo, me decía “cuál es el punto de deshacerme de estos palos de golf si no están ocupando casi nada de espacio”… y aunque no los usaba nunca, le costaba trabajo pensar en deshacerse de ellos. Pero le hice ver que al “dejarlos ir” iba a permitir que estuvieran disponibles para que otra persona los usara, y a la vez iba a tener una cosa menos que que mover y limpiar, así que poco a poco iba a ganar en espacio y tiempo para la vida.

¿Cuál piensas que es el principal obstáculo, lo que hace que este estilo de vida todavía no sea “la norma”?

Los mitos que hay en torno al Residuo Cero. La sola expresión “Residuo cero” asusta a la gente, porque piensan que es un estilo de vida súper extremo. De hecho antes sólo se usaba para describir prácticas de manufactura o de gestión de residuos en el ámbito municipal, no era algo que se hiciera en casa.

Muchas personas todavía están “atascadas” con el concepto, piensan que es extremo, que va a ser muy complicado, que va a requerir mucho tiempo y va a ser muy caro.

Mi trabajo ahora es romper estos mitos, esa es mi vocación.

Yo pienso que esos mitos tienen mucho que ver con la mentalidad de “todo o nada”, también me pasa que mucha gente me cuestiona por no hacer “todo”, como si eso significara que entonces no vale la pena siquiera tratar de hacer algo… lo cual me parece un sinsentido. ¿Qué piensas tú?

Claro, cualquier cambio que hacemos en casa tiene un impacto grande. Puede que lo que me ha funcionado a mí no funcione para otras personas, así que depende de cada quien ir tomando el proceso paso a paso, para identificar qué funciona y qué no, hacerlo sin prisa pero sin pausa, y recordando que cualquier cambio puede tener un gran impacto.

Cuando empecé, mi esposo me dijo que lo que hacíamos en casa no hacía ninguna diferencia, pero creo que le he demostrado que estaba equivocado jajaja. Lo que hemos hecho ha generado un movimiento global, y ahora es tan visible que hay empresas grandes como Ikea o Nestlé que me contactan porque quieren mi retroalimentación, porque este movimiento los asusta y obviamente quieren adaptarse a ese cambio.

La gente nos criticaba muchísimo: algunas personas decían que estábamos haciendo demasiadas cosas, otras decían que no estábamos haciendo lo suficiente, y al final lo que nosotros sentimos es que si estamos en el medio, entre “no hacer suficiente” y “hacer demasiado” pues significa que hay algo que sí estamos haciendo bien.

Dices que tu principal objetivo es vencer los mitos que existen en torno al residuo cero. ¿Cuál piensas que es el mito más problemático?

Pensar que se necesita mucho tiempo. El tiempo y el dinero son los mitos más comunes, pero creo que es mucha la gente que dice “no tengo tiempo para esto”.

Lo que les puedo decir es que la simplicidad voluntaria no existe para complicar tu vida, existe para SIMPLIFICAR tu vida. Todo lo que dejas de comprar o de guardar en casa, son cosas que no van a necesitar que las repares, o que las deseches, o que las reemplaces con cosas nuevas.

Este es una parte enorme del zero waste, las 5 R (Rechazar, Reducir, Reutilizar, Reciclar y Reincorporar) que deben seguirse en orden. Si reciclas un montón pero no reduces nada de lo que consumes, pues lo estás haciendo al revés, porque cuantas más cosas compras, más cosas tienes que reciclar.

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Sé que muchas personas que están interesadas en este estilo de vida se sienten inseguras por pensar que van a generar conflicto con sus padres, sus hijos o sus parejas. ¿Tienes alguna recomendación para las personas que están nerviosas sobre la reacción y el apoyo de las personas que los rodean?

¡Claro! Por ejemplo cuando empezamos, estábamos en recesión, y mi esposo veía que yo iba a comprar cosas a la tienda de comida saludable, o que tenía que comprar algunos frascos de vidrio cuando estábamos empezando, y se preocupaba porque sentía que todo esto implicaba gastos adicionales; me decía “no podemos permitírnoslo, nos va a salir muy caro”.

No estaba en contra del zero waste, pero estaba preocupado por nuestras finanzas, así que le dije que comparara nuestros extractos bancarios (pre y post-zero waste) y ahí se dio cuenta de que estábamos ahorrándonos más o menos un 40% con respecto a lo que gastábamos antes. Cuando vio eso me dijo “Amén Bea” jajaja. Y desde ese momento empezó a apoyar 100% todos los cambios.

Creo que cada persona puede encontrar cuál es el punto que le va a resultar más atractivo a sus familias. No hay una sola solución o una sola regla que funcione para todos. En el caso de mi esposo fue hacer que comparara extractos bancarios, él es un hombre de números así que para él eso fue importante.

Para mis hijos la motivación fue distinta. Empezamos cuando ellos estaban chicos, y en algún momento fuimos a sus habitaciones y les pedimos que eligieran sus juguetes favoritos, porque íbamos a regalar todo lo demás: los juguetes con los que no jugaban, que sólo añadían ruido a la habitación.

Ellos se dieron cuenta de que cuantos menos objetos tenían, más tiempo podían disfrutar jugando con sus juguetes favoritos, porque no necesitaban pasar tanto tiempo organizando sus habitaciones, que ya no estaban llenas de cosas que no usaban. Cuando redujeron la cantidad de juguetes ya no tuvimos que volver a presionarlos para que ordenaran su habitación, y tuvieron más tiempo para hacer las cosas que realmente querían hacer, incluyendo jugar con sus juguetes favoritos.

Así que sería encontrar la motivación específica para cada persona…

Claro, y también es importante que haya claridad. Si yo a mis hijos les hubiera dicho “elijan unos juguetes y nos vamos a deshacer de los otros” sin explicarles por qué, y sin explicarles cuál era el beneficio que obtenían, pues seguramente no les hubiera gustado.

Pero cuando lo hicieron les explicamos: “ya no tienen tanto desorden, ya no tienen que pasar tanto tiempo ordenando la habitación, y ahora tienen más tiempo para jugar”.

A ellos no les importa la cantidad de basura que generamos, no andan por ahí presumiendo con nuestro frasco de basura. Lo que les interesa es el tipo de vida que tienen, lo que saben que los hace diferentes son las cosas que hemos hecho como familia. A sus cortas edades han hecho cosas que la mayoría de adultos nunca han hecho: mi hijo de 15 años es un buzo certificado, para su cumpleaños hizo paracaidismo, el más chico para su cumpleaños hizo bungee jumping, hicimos un viaje en bicicleta de San Francisco a Los Ángeles, fuimos a escalar en hielo…

No hubiéramos podido hacer nada de eso si no fuera por el estilo de vida zero waste. Porque dejamos de invertir nuestro dinero en cosas que tiramos a la basura, y ahora la invertimos en experiencias.

Cada vez que compras algo empacado o compras un producto desechable, estás tirando un pedazo de tus sueños a la basura, porque compras algo que está diseñado para ser desechado, así que literalmente estás invirtiendo tu dinero en el basurero. Y cuando reemplazas esas cosas con alternativas que puedes reutilizar y reutilizar, pues dejas de tirar tu dinero, y por lo tanto puedes usarlo para hacer cosas más significativas para ti.

Charlando con: Bea Johnson, de Zero Waste Home | Cualquier cosita es cariño

Por último, una pregunta sobre tus recomendaciones, con tres partes. La primera: ¿Qué le dirías a alguien que no está interesado en su huella de basura?

Yo no estoy aquí para decirle a nadie cómo vivir su vida. No me gusta señalar a alguien y decirle “estás haciendo esto mal o esto otro mal”. Si alguien no está interesado pues definitivamente no hay nada que yo pueda hacer. No puedo forzar a nadie a que sea zero waste, y cada persona se interesa por este estilo de vida por motivos diferentes.

Lo que podría decirle a esa persona es que, para mí, el zero waste no es nada de lo que esperaba que fuera. No toma más tiempo, lo aprovecha mejor. No toma más dinero, lo usa mejor. Eso sería todo.

La segunda parte: ¿Qué le sugerirías a alguien que está interesado en el tema pero apenas está empezando el proceso?

Mi recomendación sería que siga la regla de las 5 R, en orden. Para quienes están empezando es tan simple como seguir la primera regla: Rechazar.

Rechazar las cosas que no necesitas. Pensarlo dos veces antes de recibir cualquier cosa. Hoy, en esta sociedad de consumo, somos el blanco de miles de objetos promocionales, y cada vez que los aceptamos estamos generando una demanda para que se fabriquen más y más. Por ejemplo, si agarro los correos promocionales —aunque los ponga en el reciclaje— estoy diciéndole a quienes me lo envían “me interesa, síguelos enviando”. Y me enviarán más.

Si acepto una bolsa de plástico, estoy generando una demanda para que alguien saque más petróleo de la tierra para fabricar un reemplazo para esa bolsa. Lo mismo con el lapicero gratis de plástico o la muestra gratis de la tienda. Cuando decimos “NO”, no sólo evitamos que llegue más desorden a nuestra casa, también evitamos generar basura, y además estamos parando la demanda de estos productos.

Así que la recomendación es aprender a decir NO. Pensarlo dos veces antes de aceptar cualquier cosa.

Y la tercera: ¿qué le recomendarías a alguien que ya empezó el proceso, pero se siente frustrado y no sabe si vale la pena?

Le diría que de un paso atrás y se tome un momento, y que en lugar de enfocarse en las cosas que no está logrando se dé un par de palmadas en la espalda por las cosas que sí está haciendo, porque sin importar lo pequeño que sea lo que ha hecho, ya ha generado un impacto.

Esto no es una carrera, tómate tu tiempo. Si sientes que estás frustrada/o tómate un descanso en el punto en el que estás, y más adelante empieza a añadir más cosas.

 


 

Pd. Si quieres saber con detalle lo que R y yo hemos hecho para reducir nuestra cuota de basura, te recomiendo esta publicación

Todas las fotos por por Coleman-Rayner | Cortesía de Zero Waste Home