Ya hace un tiempo te había hablado un poco sobre mi transición a los productos de aseo y cuidado personal hechos en casa. Fue algo que empecé a hacer de manera más o menos tímida, y que con el paso del tiempo y gracias a todo lo que he encontrado y aprendido en otros blogs se ha convertido en una verdadera afición. Ahora hasta tengo un termómetro para medir la temperatura de mis preparaciones caseras (y me creo lo máximo cuando lo uso jajaja).
Hay muchas razones por las que prefiero los productos hechos en casa, pero hay 5 que son, para mí, las más importantes y hoy he decidido compartirlas contigo esperando que te animes a probar tú también. Al final además encontrarás —a modo de bonus track— algunas recetas facilísimas para que pruebes y te empieces a despedir de los productos comerciales preparados. Aquí van 5 razones para que te motives:
1· Lo importante es lo que va por dentro
O para que sea más claro: es mejor tener muchos ingredientes polifacéticos que puedes mezclar como quieras, que productos comerciales preparados que sirven para una sola cosa. Esta es una base importante de la filosofía residuo cero, y tiene que ver con la estandarización y la modulación, dos aspectos esenciales del diseño para la reutilización.
Piensa en los juegos para niños que consisten en fichas y en partes (tipo Estralandia y Lego), y en la infinidad de posibilidades que ofrecen, versus los juguetes que ya vienen con una forma y una finalidad predeterminada de fábrica (tipo Operando y Adivina Quién). Los primeros pueden ser usados hasta el infinito, cada vez en combinaciones y complejidades diferentes, e incluso pueden ir más allá, aplicándose a cosas que están por fuera del uso básico propuesto, como por ejemplo esto, esto o esto. Los segundos, en cambio, sólo sirven para una cosa y para nada más… por lo general terminan abandonados después de haber sido usados sólo algunas veces. Los primeros cultivan la creatividad, los segundos la limitan.
Con los productos de aseo y cuidado personal pasa igual: puedes tener un montón de ingredientes que se pueden combinar en infinidad de maneras y que, por lo tanto, te dan la opción de hacer sólo las cosas que necesitas y hacerlas exactamente a tu gusto. Algunos ingredientes básicos que sirven para muchas cosas ya te los conté aquí. Otros ingredientes polifacéticos que siempre tengo en casa son el vinagre blanco, agua oxigenada (o peróxido de hidrógeno, desinfectante y blanqueador), alcohol, limón y —más recientemente— carbonato de sodio (todavía estoy explorando sus usos en la limpieza del hogar) y manteca de karité.
2· Control sobre los ingredientes
Como se trata de ingredientes sueltos y no de mezclas listas, tienes control absoluto sobre lo que quieres que entre en tu casa y en contacto con tu cuerpo y lo que no. Muchos productos comerciales te ofrecen las maravillas de un ingrediente en particular, pero vienen además cargados de otros ingredientes que no son tan chéveres. Voy a tomar un ejemplo en particular:
Crema hidratante Dove con manteca de karité: está fabricada (en orden de mayor a menos concentración) con agua, glicerina, ácido esteárico (usualmente es de origen animal), Triglicérido Caprílico / cáprico, Dimeticona, Glicol Estearato, PEG 100 estearato, vaselina (un derivado del petróleo), Butyrospermum parkii (Manteca de karité) —recién aquí aparece—, y aquí siguen alcoholes, fragancias y parabenos. Se supone que Dove promueve la imagen de la “belleza real”, pero es de Unilever, el mismo fabricante de Axe, cuya estrategia publicitaria —súper innovadora— es la cosificación de las mujeres… es decir, es básicamente se van para donde caliente el sol. Y, además, hacen pruebas en animales. Ese no es el tipo de crema hidratante que yo quiero usar, ni el tipo de compañía que quiero que se lleve mi dinero.
Mousse hidratante de manteca de karité que hice en mi casa: está fabricado (en orden de mayor a menor concentración) con manteca de karité —aquí sí es el ingrediente principal—, aceite de coco y aceite de macadamia. Las recetas que había encontrado tenían más cosas, pero usé los ingredientes que tenía a la mano. Usé apenas una fracción de cada ingrediente, así que tengo para hacer mucho más, y ajustarla si es que lo veo necesario. No tiene derivados del petróleo ni de origen animal, no tiene conservantes (y no los necesita, pues lo voy a usar en menos de seis meses y no va a pasar años parado en una góndola de supermercado esperando a que alguien lo compre), los fabricantes de cada uno de los ingredientes son empresas pequeñas (y locales en el caso del aceite de coco y de macadamia) y no fue probado en animales.
¿Prefieres con o sin perfume? ¿Te gustan más los aromas cítricos o los florales? ¿Quieres algo que limpie pero que no sea tóxico? ¿Quieres cuidar tu piel sin llenar tu cuerpo de componentes de dudosa seguridad? Todo eso está bajo tu control cuando preparas tus productos en casa.
Aquí arriba está toda mi rutina de cuidado facial nocturno: desmaquillante de aceite de coco, discos de algodón reutilizables, tónico de vinagre de manzana y aceite de jojoba para hidratar.
3· Generas menos basura
Ya te he contado lo que la basura dice de ti y los problemas que surgen por nuestra adicción a los objetos desechables de plástico, y los productos comerciales de aseo y de cuidado personal son una fuente inagotable de basura: el plástico o el vidrio que los contiene, el papel de las cajas, el de las etiquetas…
Cuando preparas estos productos en casa puedes comprar los ingredientes básicos en presentaciones de mayor tamaño, haciendo que rindan mucho más y de esta manera reduciendo la cantidad de residuos que generas. Puedes empacar los productos que preparas usando frascos reutilizados de conservas o mermeladas, o incluso usando empaques de productos de cuidado personal que ya se acabaron. Los ingredientes base normalmente tienen empaques que no buscan ser tan seductores porque no están dirigidos al consumidor impulsivo… es decir, te ahorras los residuos adicionales —cajas, cajitas, etiquetas, etiquetitas, folletos descriptivos que prometen curar hasta la envidia, etc.— y te quedas con lo esencial.
Otra cosa que he estado haciendo de la mano con éstas exploraciones es reemplazar cosas desechables por versiones reutilizables. Me hice unos discos de tela de algodón, pero si no tienes máquina de coser puedes buscar una tela suave de algodón y recortarla de la forma que te parezca más cómoda. Me inspiré en ideas que encontré en Organicus y en Trash is for Tossers.
4· Es más barato
Los ingredientes casi siempre son más baratos que las mezclas preparadas. Esto es cierto en la cocina —sabemos que en términos generales es más barato comer en casa que comer en restaurantes— y sigue siendo cierto en los productos de aseo y cuidado personal. Por ejemplo, es mucho más barato comprar peróxido de hidrógeno en un almacén de químicos (que suele venir al 50% de concentración) y mezclarlo con agua que comprar los pequeños frascos que venden en las farmacias (y que vienen sólo al 4%).
Depende de dónde vivas, puede ser mucho más barato comprar aceite de coco (que además es súper versátil) que comprar una crema humectante comercial. Es más barato comprar bicarbonato de sodio que comprar limpiadores para hornos, para baños o productos para destapar desagües (y sí, el bicarbonato sirve para todo eso).
Y no sólo es más barato para ti, sino que es más barato para la sociedad… al tener que lidiar con menos basuras, los costos de la recolección, clasificación, reciclaje o desecho se reducen… Esos son costos que normalmente no pensamos que estén asociados a los productos, pero si algo genera basura está también generando un problema que hay que resolver, y que cuesta resolver.
Yo pienso que cada producto debería tener un precio coherente no sólo con sus ingredientes, sino también con los residuos y problemas que quedan después de su uso, tiene mucho más sentido y seguramente seríamos consumidores más cuidadosos, ¿no crees?
5· Evitas las pruebas en animales
Este ya lo mencioné antes como una ventaja de tener pleno control sobre los ingredientes de los productos que usas, pero pienso que es tan importante que se merece un ítem individual. Para darte un panorama del problema, me aprovecho del texto que comparte PETA Latino en su página web: “Para probar cosméticos, limpiadores del hogar y otros productos de consumo, cientos de miles de animales son envenenados, enceguecidos y matados cada año por crueles corporaciones. Los ratones y las ratas son forzados a inhalar gases tóxicos, los perros son obligados a ingerir pesticidas y a los conejos les frotan químicos corrosivos en sus pieles y ojos. Muchas de esas pruebas no son ni siquiera requeridas por ley, y frecuentemente producen resultados inexactos o erróneos; incluso si un producto hace daño a los animales, te lo pueden vender.”
¿De verdad quieres comprar productos que han hecho sufrir a cientos de miles de animalitos preciosos e inocentes, sabiendo que además de injusto es completamente innecesario? Yo creo que no… y la solución está, literamente, en tus manos.
Los productos que hago en casa no son probados en animales… pero es posible que algún animal los haya probado :-) Más evidencia aquí.
Para cerrar, creo que vale la pena hacer una aclaración: ahora es fácil encontrar por todos lados un montón de artículos y testimonios que alaban los productos “naturales” mientras hablan horrores de los “químicos”. Yo entiendo las buenas intenciones que hay detrás de muchos de esos artículos… pero es importante tener en cuenta que químico no es lo contrario de natural.
Como lo dice Ana Organicus “Por definición todas las sustancias son químicas, ¿o alguien diría que la sal no es natural? A veces el término químico se emplea de forma peyorativa, cuando en realidad se pretende decir sintético o artificial. Asimismo, natural no es sinónimo de inocuo. Queda dicho.” ¿No estás convencida/o? Considera lo siguiente: el agua es H2O —un compuesto químico—, y sin ella moriríamos. Un exceso de agua, sin embargo, también puede ser perjudicial para la salud. Y por otro lado, el ají es natural, y no por ser natural te lo frotarías en la cara, ¿o sí?
Si quieres ampliar un poco más el asunto, te recomiendo esta publicación sobre los tóxicos en los cosméticos convencionales , de Organicus. Ana también ofrece un curso online de cosmética natural (¡que yo ya hice!) y que es súper informativo, súper interesante y te da las bases para empezar a formular cosas a tu gusto, en tu casa. Que conste que no me gano ni un centavo por recomendarlo; lo recomiendo porque me pareció bueno de verdad verdad.
Bonus Track
Aquí van 7 recetas rápidas para preparar algunos productos de aseo y cuidado personal en casa. Todas con ingredientes muy fáciles de conseguir, súper efectivas y muy personalizables.
1. Líquido para limpiar las gafas: Mezcla 3 cucharaditas de agua con unas gotas de alcohol. Añade dos o tres gotas de jabón líquido para platos, mezcla bien y envásalo en una botellita pequeña con atomizador. Aplícalo en los lentes de las gafas y frota con un trapo suave que no deje pelusas. Ésta receta la encontré aquí.
2. Limpiador para el inodoro / sanitario / retrete: Espolvorea bicarbonato de sodio en el agua. Yo lo hago “a ojo”, pero lo que pongo es más o menos 1/4 de taza. Añade un chorro de vinagre blanco (más o menos otro 1/4 de taza) y déjalo reposar un rato. Es posible que veas que se hace un efecto “efervescente”, esto es normal, y pasa porque se genera una reacción química que desprende dióxido de carbono. Por último, usa el cepillo como lo usas siempre y vacía el tanque para que quede reluciente.
3. Para limpiar vidrios y espejos: Mezcla dos cucharadas de alcohol, dos cucharadas de vinagre blanco, una cucharada de fécula de maíz (sí, es en serio) y una taza y media de agua. Envásalo en una botella con atomizador. Cuando lo uses, limpia el vidrio o el espejo con un periódico (reutiliza los que tengas, o haz como yo, que no estoy suscrita a ninguno pero cuando veo uno de distribución gratuita me lo traigo para la casa).
4. Para limpiar la tabla de cortar: Haz una mezcla de partes iguales de sal y bicarbonato. Espolvoréala sobre la tabla, y frótala usando medio limón. Esto ayuda a limpiar y a quitar los olores que se quedan impregnados en la tabla.
5. Talco: Mezcla partes iguales de caolín en polvo (es una arcilla, la puedes encontrar en tiendas de productos químicos) y de harina de avena o fécula de maíz. Envásalo en un salero viejo o en un frasco que tenga una tapa que puedas perforar. Receta adaptada de una que encontré aquí.
6. Hidratante de karité y coco: En una olla, pon media taza de manteca de karité y un poco menos de media taza de aceite de coco. Añade dos cucharadas de aceite de almendras o macadamia. Ponlo todo al baño maría hasta que se derrita y mezcla para homogeneizar. Mételo en la nevera hasta que se solidifique. Cuando esté sólido, sácalo de la nevera y mezcla usando una batidora elétrica; vas a ver que la textura empieza a cambiar. Bate durante 10 minutos aprox. Envásalo en un frasco de vidrio bien limpio. Receta adaptada de la que sale acá.