Hace tiempo estaba hablando con varios amigos sobre lo mucho que nos gustaba tomar leche de vaca, y cómo nos dejó de gustar gradualmente después de dejar de comer carne. No sé si es una coincidencia o si es algo que le pase normalmente a la gente que va cambiando sus hábitos alimenticios…
Pero en fin, en algún momento les conté que con frecuencia hago leche de almendras porque me encanta y sabe delicioso con cosas para las que normalmente se usa leche de vaca, como el arroz con leche, el cereal, la granola, etc, y quedaron sorprendidos con lo sencilla que es la receta, así que aquí la quiero compartir.
Realmente es raro tomar leche de vaca, o bueno… teniendo en cuenta los estándares culturales es raro no tomarla, pero cuando nos preguntamos si nos tomaríamos un vaso de leche de yegua, de chigüiro, de delfín, la cosa cambia un poco. El humano es el único animal que toma leche de otro animal (salvo los casos rarísimos en los que por ejemplo una mamá cerda adopta una camada de perritos, o algo así) y el único animal que toma leche en edad adulta.
Pienso que eso debe al menos decirnos algo: la naturaleza nunca tuvo la intención de que tomáramos leche siendo adultos, y todo el tema del consumo de la leche como fuente de nutrientes supuestamente esenciales es motivo de diversos debates médicos. De hecho, hace años Harvard decidió retirar la leche de su lista de alimentos recomendados, y en el estudio que publicaron también hablan sobre la relación que se ha encontrado entre el consumo de leche y el desarrollo de cáncer de ovario y cáncer de próstata. El estudio se puede leer haciendo click aquí, y más información sobre el consumo de leche y de calcio se encuentra aquí. Las dos páginas están en inglés pero vale la pena leer al menos algunos datos generales… y en todo caso es fácil encontrar información al respecto en español.
Entonces la cosa es así: hay estudios que apuntan a que el consumo de leche puede estar relacionado con el desarrollo de cáncer. Si eso no es razón suficiente para que consideres el uso de bebidas alternativas (como la leche de almendras), entonces piensa en todos los aditivos, conservantes, hormonas, antibióticos que tiene la leche de vaca comercial; si eso tampoco te preocupa entonces piensa en el horrible trato que reciben las vacas en las lecheras industriales y pregúntate… si la leche era para un ternero, ¿qué hicieron con el ternero para que tú la puedas estar tomando? Si eso tampoco te preocupa entonces creo que estás leyendo el blog equivocado, pero igual eres bienvenida/o ¯\_(ツ)_/¯
Antes de seguir, aquí puedes ver el video de unas vacas que están viendo el pasto por primera vez después de haber vivido encerradas para que las usaran como lecheras, es lindo y feliz. Pueden adelantar a 1:13 si quieres ir directo a la felicidad.
Ahora a lo que vinimos:
Para hacer leche de almendras necesitas:
- Una taza de almendras
- Agua
- Licuadora
- Colador
- ¡Nada más!
Se ponen a remojar las almendras toda la noche (mínimo 8 horas). Se escurren y se lavan bien (el agua de remojo no se debe usar para hacer la leche). Se ponen en la licuadora con dos tazas de agua y se licúan; yo lo hago con “descansos” para no forzar demasiado el motor de la licuadora, así que la pongo al máximo por unos segundos, la dejo descansar, y así otro par de veces hasta que el líquido esté muy blanco y se vea que todas las almendras están bien picadas.
Después se pasa la mezcla a una jarra o a un bol a través de un colador. Lo he hecho antes con un colador normal y queda bien, pero para quienes —como yo— prefieran una textura más suave, queda mejor usando un colador de tela, como los que se usan para filtrar café, o uno especial para leches vegetales, o un simple trozo de tela de algodón o lino que esté bien limpio.
Además eso permite exprimir con las manos la pulpa y sacarle mejor provecho (sale más líquido, la pulpa queda más seca). Después se añade una o dos tazas más de agua, dependiendo de lo que prefieras: a mayor cantidad de agua queda una mezcla menos concentrada, por supuesto.
¡Y listo! Queda una bebida súper rica, súper nutritiva y con el gustito extra que da el saber que la hiciste tú misma/o. Se le puede añadir esencia de vainilla, azúcar o (preferiblemente) panela, pero realmente a mi no me parece que le haga falta, queda riquísima así tal cual.
No tiene conservantes, así que se puede dañar rápido. Lo ideal es que uses implementos muy limpios, y que la refrigeres tan pronto esté lista. Se debe consumir idealmente en dos, máximo tres días.
La pulpa que queda de la preparación de la leche se puede guardar en la nevera y se puede usar para cosas horneadas, se puede deshidratar en el horno para almacenar por más tiempo, se puede mezclar con granola, batidos, jugos… o la puedes usar para hacer estas deliciosas bolitas de almendra y limón, o estas bolitas poderosas.
¿Ya la probaste? ¿Tienes variaciones u otros tips? ¡Te espero en los comentarios!