Podría contarte cómo llegué a conocer el trabajo de Meli y Marina, pero hay tantas historias detrás que me llevaría una publicación completa. Así que voy a resumirlo así: pasó por una serie de conexiones (porque todo está conectado) y, en parte, gracias a la magia de internet.
El caso es que llegué a un álbum de Facebook con fotos de un evento que se llamaba “Club de reparadores”, y que se llevaba a cabo en Argentina. Sólo con el nombre ya me sentí enganchada y empecé a mirar una a una las imágenes; y a sentirme feliz, porque siempre me siento feliz cuando encuentro proyectos tan bien pensados y tan bonitos como este.
Supongo que con el nombre ya sabes más o menos en qué consiste, pero te cuento un poco más para que tengas una idea más clara: El Club de Reparadores es un evento itinerante de reparación colectiva, con el cual buscan darle importancia a la reparación como estrategia para el consumo responsable y sostenible. Es abierto y gratuito, y la idea es que la gente comparta y aprenda a reparar, también para fortalecer lazos comunitarios.
Todo esto nace de un proyecto “mamá” que se llama Artículo 41. Pero no voy a ser yo quien te cuente en qué consiste, porque para eso tuve la suerte de entrevistar a Meli, quien —junto a Marina— le da vida a esta iniciativa. Aquí va:
Mariana: ¿Qué es “Artículo 41”? ¿De dónde nace la idea?
Meli: Artículo 41 es un proyecto impulsado por Marina Pla y quien escribe, Melina Scioli, desde donde promovemos la sustentabilidad a través de proyectos y acciones de comunicación y participación ciudadana.
Buscamos que a través de nuestra práctica se ponga en valor y se cumpla el Artículo 41 de la Constitución Nacional Argentina, del cual tomamos el nombre, que postula:
“Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.(…)”.
Simplemente nos tomamos el Art. 41 muy en serio y queríamos poner nuestra energía en su difusión, promoción y cumplimiento.
Puede que la mayoría de la gente ni siquiera sepa que se habla de sostenibilidad en la constitución de su país… ¿cómo ha reaccionado la gente a la información que dan a través de Artículo 41?
Tenemos que admitir que también fue nuestro caso. Cuando descubrimos el Artículo 41 hace unos años, coincidía con una sensación de que la sustentabilidad se estaba convirtiendo simplemente en una cuestión de marketing y moda. Encontrar legislación que casi toma palabra por palabra aquella primera definición de desarrollo sustentable incluida en “Our common future” (World Commission on Environment and Development, 1987), nos hizo querer gritarlo a los cuatro vientos para anclar la sustentabilidad como un derecho y no sólo una tendencia.
Fue así que empezamos haciendo pósters en una imprenta familiar tradicional de tipos móviles para difundir el Art. 41 en el espacio público. Un espacio minado de mensajes comerciales en donde es difícil encontrar mensajes no vinculados con el consumo, y donde buscábamos que el Art. 41 dé batalla.
¿Desde cuándo empezó tu preocupación por temas ambientales? ¿Cómo ha influido “Artículo 41” en eso?
En mi caso, suelo hacer el chiste que en el año que nací, 1986, según WWF la tierra comenzó a utilizar más recursos de los que podía regenerar, y que por eso para mí trabajar en temas de sustentabilidad es casi algo kármico. Pero en términos concretos, durante la última etapa de mis estudios en artes visuales me encontraba conceptualizando constantemente la relación entre la sociedad y los recursos. Pero en ese momento en Buenos Aires, recién se empezaba a hablar del tema: separación de residuos, energías renovables, techos verdes eran conceptos extraños.
Por esos años viví un tiempo en España, en donde la separación de residuos, por ejemplo, era una práctica cotidiana y me envalentonó para volver y hacer que suceda en mi ciudad. Desde entonces, golpeando puertas de muchas oficinas públicas como vecina, después desde diferentes ONGs y en el último tiempo desde la Legislatura de la ciudad fui trabajando en pos de estos temas. Artículo 41 es la síntesis de ese camino, desde donde con Marina Pla buscamos establecer los puentes para que la sustentabilidad no sea una idea sino una práctica.
¿Qué es lo que más te ha gustado del proceso de desarrollar este proyecto?
Creo que lo más valioso es la respuesta de la gente a lo que hacemos. Hay una magia extraña detrás de los proyectos que redunda en actos extraordinarios. Eso nos motiva a seguir creyendo y creando.
¿De dónde viene la idea del Club de Reparadores? ¿Cuántas versiones ha tenido? ¿Cuántas personas (aprox.) han participado?
Club de Reparadores era una idea que existía en nuestro cajón de sastre desde hace tiempo. Que de por sí no es nueva, ya que es algo que existe con distintos formatos en diferentes partes del mundo, pero que sin embargo nadie había implementado aún en Argentina.
Trabajamos el proyecto en el marco de una convocatoria de Exploración a cargo de A77, un estudio de arquitectura que admiramos, y junto con ellos creamos un artefacto móvil que sirvió de espacio de taller para la primera edición de Club de Reparadores en una plaza del espacio público en Buenos Aires.
El Club de Reparadores es un evento itinerante de reparación colectiva. Misión cumplida, efectivamente se repararon objetos, y con el entusiasmo de esta primera jornada —a la que se acercaron entre 30-40 personas— programamos una segunda. Esta vez fue en Bariloche, Patagonia, en donde nos aliamos con un Laboratorio de fabricación digital, Fab Lab Brc, para que nos diera soporte con el espacio y herramientas. La sonrisa después de cada edición nos dura unos cuantos días y la repercusión nos conmueve.
¿Qué otras cosas te gustaría (o planeas) hacer a través de Artículo 41?
Por suerte el listado de proyectos que tenemos como ideas crece, y poco a poco vamos concretando y tachando. Ahora estamos en proceso de escalar el Club de Reparadores para que se pueda hacer en todo el país por quien quiera organizar una edición. Para eso estamos puliendo la dinámica y desarrollando un Manual del Club de Reparadores.
Revelamos un poco: Estamos entusiasmadas en hacer una línea de eco-productos con materiales post-consumo, para pasar de la acción al objeto por un rato. ¡Los mantendremos al tanto!
Por último, ¿qué recomendaciones tienes para aquellas personas que también están preocupadas por el medio ambiente, y quieren generar proyectos que inviten a más personas a participar, preocuparse y actuar?
¡Hacerlo! En la medida en que el sentido crítico se vuelva más común estamos bien encaminados. La única manera de generar un cambio es desde lo pequeño y de ahí en adelante como la gota que orada la piedra.
El cambio climático era un tema al que hasta hace unos años se le hacía la vista gorda y hoy está en cualquier plataforma de campaña política. Es a través de un trabajo conjunto entre vecinos, organizaciones y activistas que estos temas llegan a la agenda de las ciudades y países, y son los ciudadanos los que se los tienen que apropiar y exigir. Así que a quien esté arrancando un proyecto, ¡enhorabuena, hay mucho por hacer!
Al descubrir Artículo 41 me emocioné, y quise saber si existía algo similar en la Constitución Política de Colombia. ¡Y existe! Aquí es el artículo 79.
Cuando lo leí por primera vez sentí una mezcla de cosas: mucha felicidad, y profunda decepción y sensación de impotencia. Felicidad de saber que la sostenibilidad tiene el lugar que se merece, en la que se supone que es la “ley máxima y suprema” del país. Y decepción e impotencia al ver que, aún estando escrita de manera tan clara y contundente, es una ley prácticamente desconocida, y (como pasa con tantas otras) cotidianamente atropellada.
Pero yo creo que el conocimiento es poder, y que el hecho de que existan Artículos como el 42, el 79 y todos sus equivalentes en otros países es una muestra de que la sostenibilidad tiene que empezar a tratarse con el compromiso que merece. Los ciudadanos debemos conocer estas leyes y tenemos el derecho (¡y el deber!) de ejercer presión para que se cumplan.
Espero que para este momento estés tan enamorada/o de los proyectos de Meli y Marina como lo estoy yo, y que estés planeando todas las maneras en las que vas a ayudarnos a difundir estas leyes, para que toda la gente las conozca, y todos sepamos que tenemos el derecho y el deber de hacer que la sostenibilidad exista y se respete.
Me parece bellísimo el proyecto de Meli y Marina con su Club de Reparadores. Hoy precisamente llevé mi licuadora a reparar, la única licuadora que he tenido en toda mi vida como adulta. El reparador, que se autodenominó como “el auténtico reparador de licuadoras de la ciudad” y que lleva 40 años en este oficio, le calculó 35 años a mi licuadora (es decir, es más vieja que tú). Dijo que estas licuadoras “entierran familias”, en comparación con las de ahora que duran un año. Quiero un Club de Reparadores donde vivo.
Claro, ¡si es la única licuadora de la que tengo memoria en la casa! Y la lavadora también, ¿no? Justo ahora me estaba leyendo un artículo sobre la obsolescencia programada… es muy triste pensar en la manera en que se manipula a las personas para que pierdan “soberanía” sobre los productos que adquieren… sin calcular los precios ambientales (y sociales) que terminamos pagando por ahorrarnos unos pesos con esos productos desechables.
Yo también quiero un club de reparadores aquí. Creo que a Meli y a Marina les va a tocar empezar a pensar en internacionalizar el proyecto :-)
Y el club de reparadores de Medellín?
Fabulosa propuesta de Meli y Marina!
¡Bravo! Definitivamente cualquier cosita es cariño.
¡Yo también quiero uno aquí! ¿Lo organizamos juntos? Le decimos a Meli y a Marina que vayan pensando en la logística para las versiones internacionales :-)
Hola Mariana
Me gustan muchos los proyectos de Meli y Marina, y también el tuyo.
Cada vez que veo un proyecto sostenible o de conciencia ambiental siento mucha emoción, y alegría que de poco a poco un mundo más sostenible es posible.
Un abrazo
¡Muchas gracias Rocío! Me alegra mucho saber que te gusta lo que hago, y pues qué puedo decir, yo soy súper fan de Meli y Marina :-)
Yo también creo que un mundo más sostenible es posible, si todos empezamos a entender mejor nuestra relación con el planeta. Cuando eso pasa, cuidarlo deja de ser una “tarea” y se vuelve algo inevitable, que pasa “simplemente” porque estamos siendo más coherentes con nuestra forma de pensar y de existir. ¡Un abrazo!
Yo quiero uno en Bogotá; desde hace un tiempo había estado pensando en eso y no tenia ni idea por dónde se podría empezar, pero ahora con el de Argentina se ve todo taaan claro. Tocó escribirles a ver cómo van con el manual y si se podría replicar acá! Sería increíble!!
Creo que ya hay alguien que las contactó de Bogotá para organizar una versión del Club allá. Sería genial que les escribas para que te pongan en contacto con la persona que la va a organizar, y así suman esfuerzos.
woo! Me emocionó mucho conocer este proyecto. Ya casi estamos en 2021 y no he visto un proyecto parecido en mi país, Perú. Lo que si sé es que en varias tiendas de electrodomésticos te ofrecen garantía por 1 año, lo que incluye reparaciones gratuitas. Lo que si me parece muy triste y decepcionante (y que me genera impotencia) es saber que hagan productos de baja calidad poniendo en juego el planeta. Quiero informarme más de ello para así poder hacer compras más sostenibles (de ser necesarias) y sobre todo para compartir todo lo que vaya aprendiendo. Gracias por compartir toda esta información tan valiosa