Charlando con Juliana, de Corporación RAYA

Charlando con Juliana, de Corporación RAYA

Pocos trabajos admiro tanto como el que hacen las personas que se dedican a rescatar, atender y ayudar animales. Son personas que, para hacer su trabajo, tienen que enfrentarse con lo peor de la humanidad constantemente y aún así mantener algo de calma y claridad para seguir adelante.

Desde quienes prestan su casa como hogar de tránsito, pasando por quienes crean proyectos educativos y de divulgación, hasta quienes hacen vigilias afuera de los mataderos para tratar de poner algo de luz sobre ese proceso que la mayoría de personas —cómodamente— ignora… todas esas personas hacen trabajos que me parecen esenciales, y que yo me siento incapaz de hacer. Son mis superhéroes personales.

Y como me siento incapaz de hacer esos trabajos, he hecho lo posible desde hace muchos años por ayudarlos con mi propio trabajo, a través de diseño, ilustración y pequeños proyectos de recaudación de fondos para hacer donaciones a campañas e iniciativas que ayudan a los animales; si hay algo en lo que cada vez creo más, es en la necesidad de trascender nuestros pequeños gestos personales e individuales, y poner nuestro apoyo (laboral, económico, etc) en proyectos que ya están trabajando de manera estructurada y organizada por generar los cambios que queremos ver en el mundo.

Hoy quiero compartir contigo una entrevista que me mueve mucho el corazón, precisamente porque tiene que ver con esos trabajos difíciles sin los cuales la situación de los animales sería todavía peor.

Gatito Capurganá

A Juliana la conocí personalmente hace relativamente poco, pero conozco el trabajo de la Corporación RAYA (de la cual es fundadora) desde hace años, y me han llamado especialmente la atención las jornadas de atención y esterilización que hacen en poblaciones que usualmente son muy olvidadas por el Estado, donde hay poco o nulo acceso a cuidados veterinarios, y donde los animales tienen vidas particularmente difíciles, con mucho maltrato, abandono y con cero control de natalidad, lo que hace que el problema se intensifique cada vez más, y que el trabajo de RAYA cobre especial importancia.

Quise saber más —y compartir contigo— sobre lo que hay detrás del trabajo de RAYA, y también sobre la experiencia personal de Juliana en cuanto a su trabajo por los animales. Sé que, si todavía no la conoces, después de leer este texto entenderás por qué la admiro tanto. Te dejo con la entrevista:

M: ¿En qué momento de tu vida sientes que empezaste a hacer más consciente esa fuerte conexión y respeto por los animales?

Juliana: Desde pequeña recuerdo que siempre me gustaron los animales, no fue algo que me motivaran mucho en el hogar, pero nunca se fue de mí. Desistí de estudiar diseño gráfico y empecé a buscar qué hacer con mi vida. Me presenté a veterinaria y aunque estudié casi 6 semestres, me retiré por lo que significaba tener que finalizar la carrera en ese momento: había mucho maltrato, crueldad y poca ética.

Para ese entonces ya había tenido un contacto cercano y hasta “divino” con un par de perros callejeros con los que conocí el verdadero amor, el que dura para siempre a pesar de que ya no están presentes. En ese momento comprendí que les debía a los animales todo, no porque ellos me hubieran dado algo que yo tuviera que pagar, sino porque sentía que mi deber moral era sacarlos de las miserables vidas a las que los hemos sometido con nuestra codicia, arrogancia y egoísmo.

¿Cómo empezó la Corporación RAYA? ¿En qué momento decidiste que tu interés por los animales debía convertirse en una organización “formal”?

Cuando estudiaba veterinaria conocí a Catalina Yepes, quien es una de las fundadoras de RAYA. Nos acercó una minúscula perrita que ella traía a clase, y como los perros son un imán para mí, finalmente terminamos siendo amigas. En ese entonces al Alcalde le habían puesto una tutela (un recurso legal que existe en Colombia) para exigir la creación de un albergue municipal en la ciudad. Para acatar la tutela, se creó en la Universidad de Antioquia un albergue improvisado, lleno de errores de procedimiento, manejo y administración, sin contar con las omisiones médicas con los animales que allí permanecían. Catalina y yo nos ofrecimos de voluntarias para ayudar en este sitio y decidimos crear una organización que pudiera recibir recursos con el fin de proveer medicamentos, atención y estrategias de adopción para los perros y gatos albergados. Es ahí cuando todo empezó, nos asesoramos, buscamos un nombre, nos registramos en la Cámara de Comercio y ¡todo se dio!

¿Quiénes forman parte del equipo base de RAYA?

Raya está formada actualmente por una Junta de tres personas encabezada por mí, como directora, Catalina Yepes, veterinaria y jefe médica de la entidad y Gretel Álvarez, publicista y jefe de comunicaciones. El resto del equipo está formado por personas con diferentes profesiones y disciplinas que nos acompañan en las campañas que realizamos en el país principalmente.

¿Cuál fue la primera jornada que hicieron en un lugar que no fuera Medellín? ¿Qué las llevó a decidir hacer este tipo de jornadas?

Nosotras al principio nos dedicábamos principalmente a campañas de adopción, educación, etc. Ubicábamos perros y gatos que necesitaban hogar, conectábamos al que rescató con el adoptante y fuimos aprovechándonos de las herramientas tecnológicas que surgían para hacerlo (cuando empezamos no había redes sociales, páginas web, celulares y tener internet era de pocos).

Con el tiempo empezamos a notar que era un problema de nunca acabar, que no iba a solucionarse si no se paraba desde la raíz, y mirando nuestras cifras nos dimos cuenta que era imposible que con nuestros recursos de estudiantes pudiéramos seguir rehabilitando animales para entregarlos en adopción. Por eso, pensando en lo práctico y en el máximo aprovechamiento del dinero que recaudábamos, entendimos que la solución era esterilizar a los animales y evitar que nacieran los que iban a ser abandonados y maltratados. Entonces comenzamos a organizar campañas en los pueblos cercanos de Antioquia, con 40 animales en promedio operados una vez al mes. El primer lugar al que fuimos fue a Guatapé y allá operamos 35 animales, muy pocos, pero la cosa apenas empezaba.

¿Cómo ha sido el proceso de hacer esas jornadas en pueblos cercanos —y no tan cercanos— a Medellín? ¿Han recibido apoyo institucional o gubernamental del algún tipo?

El proceso siempre ha sido difícil por el tema de recursos principalmente y por la disponibilidad de tiempo de los voluntarios: como todos ellos trabajan o estudian, muchas veces coordinar las fechas en las que todos podamos genera algunos impedimentos. Pero el tema de recoger el dinero es la mayor limitante, pedir donaciones es un proceso tedioso que por el boom de entidades que se financian de igual manera, se hace cada vez más difícil. Por lo general financiamos nuestras campañas a través de donaciones de particulares y algunas veces empresas como Karibik (que siempre nos ha apoyado), Corpaul y Union Medical (nos donan algunos insumos), Auriga (nos dona impresiones), Salvavidas, y personas y negocios de las comunidades que nos donan parte de la alimentación, hospedaje, logística, etc.

Parte de la financiación la obtenemos con los servicios a un costo justo que hacemos en Medellín y el Área Metropolitana. Realizamos por el momento esterilizaciones y limpieza dental de perros y gatos en modalidad colectiva (se citan varios pacientes) y modalidad personalizada (una cita por hora). Pronto abriremos una clínica de control natal y tenencia responsable de perros y gatos enfocada en mejorar el vínculo de los animales de compañía con nosotros los humanos. Los procedimientos que nosotros realizamos son de alta calidad porque para nosotros cada paciente es igual de importante y no ponemos en riesgo la vida de ninguno de ellos buscando la economía. Poder brindar un servicio seguro fortalece la confianza de las familias y le otorga profesionalismo a la causa de la defensa de los animales.

Los entes gubernamentales por lo general no se vinculan con las actividades, pues al tener otras deficiencias en atención humana no tienen la forma ni la motivación para trabajar por los animales. Es entendible… pero debe cambiar porque estas campañas benefician a todos.

¿En qué consisten las jornadas, cuál es el proceso para hacer una como la que van a hacer en Capurganá?

La realización de cada campaña ha sido refinada con el tiempo con el fin de optimizar el recurso y potenciar el impacto. Lo básico que necesitamos es un contacto en la localidad que ayude con la logística. Ese contacto nos debe decir un aproximado de los animales que necesiten ser atendidos. El número de animales determina si podemos o no ir a realizar la campaña: es fundamental que podamos cubrir al menos el 80% de la población para que el impacto sea el adecuado, si la población se sale de ese porcentaje, no nos es posible intervenir. Una vez definida la meta de animales a atender, se inicia la campaña para recoger los recursos necesarios para comprar y transportar los insumos médicos, transportar, hospedar y alimentar al grupo de voluntarios y en general subsidiar todos los servicios que prestamos.

Nuestras campañas consisten en atención veterinaria de perros, gatos y caballos, enfatizando en la esterilización de caninos y felinos para evitar problemas de abandono, salud pública, convivencia entre vecinos y afectación a la biodiversidad. Las clínicas itinerantes que instalamos son de alta calidad con protocolos responsables avalados por entidades internacionales con quienes nos hemos capacitado y hemos trabajado conjuntamente en el desarrollo de estos espacios. Se inician aproximadamente a las 8am y finalizan en el momento que el último paciente salga despierto para su casa.

Tenemos además un componente educativo que busca generar en los niños, sobre todo, un vínculo con los animales para mitigar la crueldad a la que son sometidos en muchas de estas comunidades; crueldad que se origina muchas veces por desconocimiento e ignorancia. Nuestro objetivo es ayudar a la comunidad a través de servicios veterinarios gratuitos y cambiar la mentalidad que tienen hacia los animales y su relación con ellos. Por supuesto no pretendemos que tengan una relación como la que tienen las personas de las ciudades, pero sí que los vean como seres sintientes, que no les hagan daño y que les brinden lo mínimo que necesitan para tener vidas saludables.

¿Cuál consideras que es el principal obstáculo para que los animales tengan el bienestar y el respeto que merecen?

El principal obstáculo es el ser humano, su percepción antropocéntrica y ególatra del ambiente y la biodiversidad. Los seres humanos han evolucionado con criterios culturales y religiosos que les han adjudicado falsamente la superioridad sobre todas las criaturas de la tierra, obviando el hecho de que habitamos en el mismo planeta y de que todo funciona de manera equilibrada. El dinero y la codicia han permitido y perpetuado el uso y abuso de los recursos naturales y de los animales, siendo estos últimos especialmente perjudicados.

La domesticación, entre otras prácticas de nuestros ancestros, ha sido sistematizada y llevada a extremos de los que no alcanzamos a ver las consecuencias. Domesticamos animales para sacar provecho de ellos, los privamos de movimiento, luz y alimentación natural, los modificamos genéticamente, los engordamos, los manipulamos sexualmente, los menospreciamos, esclavizamos, maltratamos y masacramos. A la fauna silvestre la secuestramos, le tumbamos la casa, dejamos miles de huérfanos y familias destruidas, los atropellamos en las carreteras, los ponemos a brincar en los circos y los exhibimos en prisiones con fines recreativos y “educativos”. Y así, miles de animales sufren las consecuencias del egoísmo del Homo Sapiens, que, como dice Marc Bekoff (uno de mis autores favoritos), más bien es Homo Denialus por su cualidad para negar la responsabilidad que tiene en estos y otros atroces actos.

¿Cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje a través de tu trabajo en RAYA?

Gracias a RAYA sé sobre diseño de páginas web, contabilidad, gestión en la DIAN, marketing digital, servicio al cliente, pedagogía, cómo agacharse a levantar perros de 25 kilos con una forma correcta sin dañar la espalda y otro montón de cosas que nunca pensé necesitar en la vida. RAYA me ha enseñado más que la universidad, me ha obligado a desarrollar destrezas y profundizar en conocimientos para sacar adelante un sueño.

Pero más que esos aprendizajes prácticos, RAYA me enseñó a extender el círculo de compasión, a valorar a todos como individuos, no solo como especies o poblaciones, cada uno animal humano o no, tiene sus propias necesidades, sus propios gustos, sus propias relaciones y no soy yo quien deba quitarles nada de eso simplemente porque no quiero dejar mi comodidad. Estoy dispuesta a sacrificar las comodidades del mundo occidental de la era de los millenials, para disminuir el dolor del otro. Puedo parecer una radical amargada, pero prefiero ser eso mil veces a una persona indolente y egoísta.

¿Qué es lo más frustrante de tu trabajo con RAYA? ¿Qué es lo más satisfactorio o gratificante?

Lo más frustrante es definitivamente ver la relación de los humanos con los demás animales, seguir viendo una violencia tal, una desconexión tan arraigada de lo natural que nos hace ver todo tan lejos, como si no nos tocara y como si nuestras acciones no tuvieran consecuencias. Pero también es muy interesante y gratificante ver por un lado el trabajo que tantas personas hacen desde áreas diferentes del conocimiento para mejorar la vida de los animales, esto deja la puerta abierta a la esperanza, aquella que era muy fácil haber dejado ir; es el esfuerzo de cada uno de nosotros el que cambiará el rumbo de nuestros micro-entornos mejorando las posibilidades de los demás seres del planeta. Por otro, el cambio en la vida de los animales a los que podemos impactar directamente a través de la atención veterinaria, el peso que les quitamos a las familias y la mejora en la vida de toda la comunidad.

¿Cuál piensas que sería un buen mensaje para darle a las personas que, aunque se preocupan por los animales, no saben qué hacer para ayudarlos?

Una de las principales cosas que me gusta que la gente entienda es que los animales no son solo los perros y los gatos, son incontables las especies que sufren por la acción humana, por nuestros actos cotidianos, por aquellas pequeñas cosas que damos por sentado pero que significan la vida y el dolor de millones de criaturas. Lo principal es mirar cómo lo que yo hago perjudica a los otros seres, analizar qué consumo, de dónde proviene, qué se usó para fabricarlo, si alguien fue esclavizado, torturado o asesinado para obtenerlo (alguien: humano o no humano).

Luego de trabajar en evitar causar más daño, se pueden apoyar millones de iniciativas que hay en el planeta de protección animal, desde los refugios animales hasta los planes de conservación de ecosistemas. Esta causa depende casi siempre de donaciones y trabajo voluntario que puede ser una forma grandiosa de ayudar. No es necesario tener contacto directo con los animales, porque las entidades del mundo carecen de abogados, contadores, comunicadores y otras disciplinas necesarias para sacar proyectos, programas e iniciativas adelante. Desde cualquier área del conocimiento se puede ayudar y mejorar la vida de todos los que habitamos el planeta. Solo es cuestión de poner un poco de esfuerzo, de pensar e interiorizar en las acciones personales y de regalar el talento que uno tiene para beneficiar a otros.

 

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Juliana, junto al equipo de RAYA, tiene planeada una jornada en Capurganá (un pequeño pueblo en el Golfo de Urabá, en Colombia, al que solo es posible llegar en avionetas o en lancha) para la cual es necesario recaudar 25 millones de pesos colombianos ( más o menos 6.800 Euros, o 7.800 dólares) . Es una tarea titánica, y por eso quise sumar mi apoyo y promover una campaña de recaudación desde este blog y también desde una plataforma de financiación colectiva, porque si muchas personas sumamos nuestro apoyo es más posible que alcancemos la meta de financiación, y que RAYA pueda ir a Capurganá a ayudar a 300 animales.

¡La campaña de Capurganá fue un éxito! Logramos recaudar los fondos necesarios y RAYA pudo ayudar a muchos animales y a toda una comunidad. Pero el desafío sigue: hay miles de animales que siguen necesitando ayuda, y todavía tenemos un largo camino para construir sociedades más justas con los animales, así que…

Espero que lo que nos cuenta Juliana te resulte útil para entender mejor la compleja problemática que hay en el trabajo de ayuda a los animales y —¡ojalá— te animes también a sumar tu apoyo al trabajo de RAYA. Si hacer un aporte (aunque sea pequeño, todo suma), puedes hacerlo desde cualquier país sumándote a “La liga de los animales”, aquí :-)


Todas las fotos son de la Corporación RAYA.