Bajo el mar

Bajo el mar

No sé si tenga algo que ver con el hecho de que nací en una ciudad que está muy lejos de la costa, pero en todo caso el mar siempre me ha parecido mágico. Sé que muchos compartimos esa fascinación, nos perdemos en el paisaje, ese horizonte gigante, el movimiento de las olas, la aparente calma de la superficie y los infinitos misterios de sus profundidades.

Algunos asociamos al mar con las vacaciones (al menos los que vivimos lejos de su orilla) y por lo tanto con la tranquilidad, el descanso, el juego y el romance, mientras pensamos cosas como que en el mar la vida es más sabrosa; otros lo asocian con el trabajo, con la fortuna y la desgracia, la aventura y la desventura. Se han escrito millones de cuentos y mitos que hablan del mar, de su fuerza, de sus poderes, de los seres increíbles que lo habitan; miles de personas han pasado a la historia por su incansable intento de atravesar y explorar océanos, tratando de revelar sus secretos… y sin embargo todavía no sabemos casi nada.

Para ser más precisa con ese casi nada, voy a aprovechar un pedacito de la entrevista que le hizo la NASA a Gene Feldman como miembro de su equipo de Exploradores de la tierra. Feldman nos dice:

… aun con toda la tecnología que tenemos hoy —satélites, boyas, vehículos submarinos y pistas de barcotenemos mejores mapas de la superficie de Marte y de la luna que del fondo del océano. Sabemos muy, muy poco acerca de la mayor parte del océano. Esto es especialmente cierto para las partes más profundas, lejos de las costas.

Vale la pena tener en cuenta que el planeta es 70% agua (de la cual el 97% es agua de mar); así que esa es la cosa: los humanos nos sentimos amos y señores de la tierra, pero la verdad es que lo que conocemos es apenas una minúscula parte. Y lo que es verdaderamente triste de esta realidad es que, a pesar de que no conocemos la mayoría de los rincones del planeta, sí tenemos los medios para destruirlos… y lo estamos haciendo.

Volviendo al tema del mar… el agua siempre ha sido fascinante para mí. Yo era de esas niñas que siempre estaban dentro de la piscina o metida en el mar en los paseos, estaba lista con todo el atuendo desde que salía de mi casa (a horas de viaje de distancia) y de hecho tuve una etapa en la infancia en la que pensaba que los vestidos de baño eran una pieza de vestuario apta para la vida cotidiana (afortunadamente fue a comienzo de los años 90 y los body estaban de moda, así que pasaba más o menos desapercibida… por eso, y porque tenía 6 ó 7 años y a esa edad esas cosas se perdonan, ¿no?).

Otra de mis obsesiones de infancia relacionada con el mar fue La Sirenita, tanto que a estas alturas todavía puedo cantar todas las canciones de la película casi sin equivocarme. ¿No te sonó bajo el mar en la cabeza cuando viste la imagen de esta publicación? (debo confesar que a mí me está sonando desde que la hice).

¿Y es que qué hay sobre el mar que no sea fascinante? Es —como ya dije— casi el 70% de nuestro planeta, tiene cambios periódicos generados por la atracción del sol y de la luna (las mareas), alberga una biodiversidad que difícilmente puede abarcar la más atrevida imaginación y que va desde los peces “comunes”, tiburones, rayas, mamíferos como los delfines y las ballenas, pasando por animales que no parecen animales, como los corales y las estrellas de mar, y llegando hasta las especies más extrañas de peces abisales adornados con bioluminiscencia. Su parte más profunda, las fosas de las Marianas (¡hola!), está a 11.034 metros desde la superficie; es como si el Everest estuviera desde el nivel del mar hacia abajo, y aún tendrías que añadir otros dos kilómetros para llegar al fondo.

Y la superficie, este 30% que nosotros podemos habitar, realmente no es tan diferente al mar; ¿alguna ves te has quedado mirando el movimiento de algunos árboles con el viento? yo lo hago con frecuencia y me encanta… me recuerda el movimiento de las olas; ¿y qué tal las nubes? En este video de Simon Christen, por ejemplo, puedes ver cómo su movimiento se asemeja al del agua… y bueno, es que al final las nubes son básicamente eso: agua. Y nosotros también —al menos un 60% de nuestro cuerpo es agua—, así que el hecho de que nos maraville el océano debe ser apenas natural.

Estos últimos días me han llevado a pensar mucho en el mar, y no tanto en la playa y las olas sino en las profundidades. Justo el lunes tuve mi primera clase de buceo y fue una experiencia súper emocionante; pude respirar debajo del agua y, a pesar de las torpezas que vienen con usar todo ese equipo por primera vez, lo hice más o menos bien. Y también, justo el lunes, me encontré con una entrevista que le hicieron a Sylvia Earle sobre el consumo de peces y comida de mar, en la web de Ideas de TED (súper recomendada si todavía no la conoces).

Por si no sabes quién es Sylvia Earle, te la presento: Sylvia Earle es una oceanógrafa estadounidense, exploradora, escritora y conferencista. Desde 1998 ha sido exploradora de National Geographic en residencia. Fue la primera mujer científica en jefe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, y fue nombrada por la revista Time como el primer héroe de Planeta en 1998 (mi nueva mejor amiga imaginaria instantánea). Fundó las organizaciones Deep Ocean Exploration and Research y Mission Blue, y con esta última impulsa la campaña Hope Spots, que suma 57 áreas marinas que se consideran cruciales para proteger la salud del océano, y sobre las cuales busca asegurar procesos de protección.

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Esta foto no la tomé yo (ya quisiera). La saqué de aquí.

En la entrevista que le hacen en TED, Sylvia (así, de confianza, que somos amigas) plantea varias cuestiones de gran importancia relacionadas con el consumo de peces y otros animales marinos, y lo hace con una claridad que difícilmente se puede lograr si uno no conoce, como ella, el tema del cual está hablando. La entrevista está en inglés, no la voy a transcribir completa pero sí quiero compartir aquí contigo algunos de los puntos que me parecieron más importantes. Con respecto al asunto de consumir pescado, nos dice:

A excepción de los que viven en las comunidades costeras —o incluso en el interior si estamos hablando de especies de agua dulce— para la mayoría de la gente el consumo de pescado es una opción, no una necesidad. Algunas personas creen que el único propósito de los peces es que nosotros nos alimentemos de ellos. Son vistos como mercancías. Sin embargo, los peces silvestres, como las aves silvestres, tiene un lugar en el ecosistema natural, que pesa más que su valor como alimento. Son parte de los sistemas que hacen que el planeta funcione en nuestro favor, y deberían ser protegidos por su importancia para el océano.

Pregúntate esto: ¿es más importante que tú consumas pescado, o pensar que los peces están aquí con un propósito más grande? Hoy en día, los peces marinos se capturan con métodos que nuestros predecesores no podían ni siquiera imaginar. Nuestro uso de la extracción a gran escala de la fauna del mar es profundamente perjudicial para el medio ambiente. Estamos utilizando técnicas modernas, capaces de tomar mucho más de lo que nuestros sistemas naturales pueden reponer.

Llegado el tema al asunto de la alimentación, le preguntan con respecto a lo que “debemos” y “no debemos” comer, y si entonces se supone que lo más recomendable es tener una dieta que se base en el consumo de plantas, a lo cual Sylvia responde:

Es obvio. No es cuestión de que yo lo diga. No es una cuestión de opinión. No hay duda de que una dieta basada en plantas es mejor para nosotros y mejor para el planeta.

La gente piensa que una dieta basada en vegetales es aburrida. Pero el hecho de que las plantas sean aburridas es algo que está sólo en su imaginación, o en su falta de ella. Hay 250 mil tipos de plantas terrestres y luego en el océano, —depende de cómo se cuente, si se incluye el plancton— estamos hablando quizá de otros 20.000 tipos que nosotros conocemos, incluyendo algas cultivadas para la demanda de aceites omega. Uno no tiene que matar a los peces para consumir aceites omega.

Por último, hablando sobre sus más de 7.000 horas de buceo, le preguntan si es cierto que cada pez tiene una personalidad diferente, y su respuesta me encantó:

… cada individuo —no sólo las personas o los gatos o perros o caballos—, sino todos los seres vivos, incluso los árboles, son únicos. Cada ser es único. Es simplemente un hecho. Y también los peces, como los pájaros, todos ellos tienen un aspecto distintivo, y si eres lo suficientemente observador para distinguir uno de otro vas a empezar a ver que se comportan de manera diferente… Es maravilloso pasar miles de horas bajo el océano y conocer no sólo “la gran suite” o el caleidoscopio de vida que hay allí, sino también poder reconocer todas las pequeñas piezas individuales.

Si quieres leer la entrevista completa la puedes encontrar aquí (está en inglés). Y aprovechando lo del caleidoscopio de vida de las profundidades del océano, aquí va este video increíble que me encontré en Vimeo, realizado por Daniel Stoupin. Es una grabación que muestra corales y esponjas bajo un lente macro y con time-lapse para que podamos ver todo su movimiento:

Y aquí va otro video, este realizado por Sarosh Jacob, lleno de imágenes hipnóticas de animales nadando libres en la inmensidad del océano:

También te recomiendo esta charla que dio Sylvia Earle en TED, en la que nos comparte imágenes asombrosas del océano, datos impactantes sobre su acelerado deterioro, y nos cuenta sobre su deseo de protegerlos:

Para cerrar, te dejo esta frase:

Con cada gota de agua que tomas, cada vez que respiras, estás conectado al mar. No importa dónde vivas en el planeta.Sylvia Earle

Y de bonus track te recomiendo el documental Mission Blue en Netflix. Yo ya lo tengo agendado para esta noche :-)