En las últimas semanas he tenido varios compromisos y cambios de planes que me han llevado a estar más alejada de mis matas de lo que me hubiera gustado. Normalmente trato de dedicarles un buen rato cada semana para revisarlas, quitar las hojas secas, limpiarlas, podar y trasplantar si es necesario.
No he dejado de regarlas, claro, pero sí siento que me hace falta dedicarles más tiempo. A ver si aprovecho este fin de semana largo para ponerme al día con los cuidados… pero mientras tanto, compenso un poco mi necesidad de cuidar mis plantas compartiendo contigo unas cuantas cosas que debes tener en cuenta si quieres empezar (o diversificar) tu propio jardín.
Ya te había contado algo sobre lo que pienso de las plantas, te conté por qué pienso que son buena compañía y te di algunos tips de cuidado de una de mis favoritas; como lo podrás ver, me siento muy orgullosa de mis matas y disfruto mucho cuando otras personas notan lo lindas que son. Pienso que las plantas le dan un carácter especial a los espacios… los llevan de vida —en sentido literal y figurado— y nos enseñan un montón de cosas sobre el equilibro, el cuidado de los seres vivos y nuestra relación con cada pequeño pedacito de la naturaleza.
Sé que tener un jardín puede sonar como una responsabilidad demasiado grande, sobre todo si eres una de esas personas que siente que ha desarrollado un súper-poder para matar hasta a las más resistentes… pero la verdad es que no es tan difícil, y tu mala suerte con las plantas seguramente se ha debido a que no has tenido a la mano algunas de las recomendaciones básicas para empezar a poblar tu pequeño bosque personal. Pensando en eso, he creado esta lista de recomendaciones que espero que te resulten útiles y que te motiven a salir al vivero más cercano o a pedirle un “piecito” a tu vecino de confianza:
1. Evalúa el entorno
Asumiendo que cubrimos esa parte inicial de “sí, quiero tener plantas”, vamos a lo que sigue en la lista de cosas básicas: ¿tienes un espacio apto para tenerlas? Seguro que sí… pero debes revisar qué tipo de espacio tienes. Cada planta tiene unas necesidades de luz / temperatura / humedad / ventilación diferentes, así que lo primero que deberías hacer es una evaluación de tu hogar para identificar en qué puntos puedes ponerlas, y con esos datos específicos ya puedes empezar a conseguir las que se adapten a esos entornos.
2. Identifica las plantas que “funcionan”
Hay miles de plantas hermosas que se ven perfectamente sanas y fuertes en el vivero, pero que cuando las llevas a casa pierden toda su buena salud —y con ella gran parte de su belleza— simplemente porque el espacio no es apto; así que el paso lógico a seguir (después de evaluar el espacio que tienes disponible) es el de tener claridad con respecto a qué plantas se van a adaptar bien a ese espacio.
Una planta que suela crecer a la sombra no va a estar sana si la pones al lado de una ventana a través de la cual le da luz directa, y una planta de jardín exterior (casi todas las que tienen muchas flores) va a tener una vida corta y triste si la obligas a estar en un espacio en el que no le da el sol. Otra cosa que deberías hacer es identificar un vivero responsable; puedes encontrar plantas en muchos grandes almacenes, pero en esos lugares no suelen cuidarlas tan bien como lo hacen en los viveros más pequeños. En estos últimos, además, casi siempre te dan buena asesoría con respecto a los cuidados básicos que requiere la planta que vas a comprar.
3. Aprende los cuidados básicos
Las plantas son seres fascinantes, sobre todo si piensas en todo el trabajo que hacen para posibilitar la vida en la tierra y lo poco que piden a cambio. Tierra sana, agua, luz, ventilación y cuidados cariñosos suelen ser suficientes para que la mayoría de plantas —incluso las más sensibles— sobrevivan sin problemas. Sin embargo, y especialmente si quieres que tu jardín sea uno bien poblado y no sólo una selección de dos o tres plantas, te recomiendo que empieces a familiarizarte con la idea de aplicar nutrientes a la tierra, podar con cierta regularidad y trasplantar cuando la matera se esté quedando pequeña.
Suena a mucha cosa, pero con el tiempo (y la costumbre) vas a ver que todos esos son procesos que se vuelven medio automáticos, aprendes a identificar cuándo se requiere el trasplante y a re-ubicar un montón de matas en una sola sesión de jardinería aprovechando cada matero que va quedando libre.
4. Cuidado con el agua
Y para que quede bien claro me valgo de uno de mis refranes favoritos: “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. La falta y el exceso de agua son igualmente dañinos para nuestras amigas verdes, y fallar en el equilibro de riego es uno de los errores que cometemos con más frecuencia, lo que por lo general nos lleva a terminar frustrados sintiendo que ninguna planta puede sobrevivir a nuestras manos.
Cada vez que consigas una planta nueva preocúpate de averiguar cuáles son sus necesidades de humedad; algunas plantas —por ejemplo las suculentas— pueden pasar semanas sin una gota de agua, mientras que otras requieren riego diario. No consigas plantas que requieren más riego del que puedes o quieres dar, pero tampoco te confíes con las plantas de poco riego pues también tienen un límite. Puedes hacer que el riego se convierta en parte de tu rutina de fin de semana, o programar alguna alarma que te recuerde cuándo debes hacerlo.
Yo, por ejemplo, riego la mayoría de mis matas todos los miércoles y los domingos, saltando a las que no necesitan tanta agua. A las que requieren más humedad las riego todos los días con el agua que mis gatas no se han tomado, y después les doy un pasón con un atomizador para que se refresquen (¡que en Medellín hace calor!).
5. ¡No te olvides de limpiarlas!
El polvo se acumula también en las hojas de las plantas —como lo hace en todos los objetos que hay en una casa— generando una capa que evita que “respiren” bien (ya sé que lo que las plantas hacen no es propiamente respirar, pero aquí funciona la analogía) y además opacando su color y su belleza. Es importante que acicales a tus plantas con cierta frecuencia, usando una tela limpia y húmeda que te ayude a retirar el polvo.
¡Eso es todo! Estas son las cosas básicas que he aprendido a tener en cuenta y que me han funcionado bien. Todo son aprendizajes, claro, y todavía de vez en cuando meto la pata en el cuidado de alguna de mis matas, pero con estas recomendaciones se puede cubrir al menos el terreno básico para empezar o ampliar un jardín de apartamento.