No soy muy fan de ponerle nombres a los días o de inventarse celebraciones (ya he hablado un poco sobre eso aquí y aquí). Por un lado, en la mayoría de los casos es una excusa para poner en movimiento el sistema de consumo y hacer que nos sintamos obligados a dar regalos y a gastar más plata. Y por otro lado, pienso que si uno valora a alguien, el reconocimiento no se debe limitar a un solo día.
Sin embargo, pienso que algunas de esas fechas pueden ser valiosas, especialmente si aprendemos a entenderlas y las aprovechamos como un momento de reflexión, sin dejarnos llevar por la avalancha de consumo a la que normalmente están asociadas. Y pienso que hoy es una de esas fechas.
El día de la tierra se empezó a celebrar desde 1970 a partir de la propuesta del senador estadounidense Gaylord Nelson, buscando generar conciencia en torno al problema de sobrepoblación, la producción de contaminación, la conservación de biodiversidad, y buscando difundir la noción de que el planeta es nuestro hogar y nuestra madre, y la importancia de entender la interdependencia de sus ecosistemas y de todos los seres que lo habitamos.
La gran ventaja que tiene el día de la tierra es que es una fecha en la que, contrario a lo que nos han dicho con respecto a todas las otras fechas, la mejor manera de celebrar es no comprando nada (a menos que sea un regalo simbólico como los que ofrece la NRDC, y con los cuales se apoyan iniciativas de reforestación, protección de especies en peligro o proyectos de conservación). Y como la mejor manera de celebrar el día de la Tierra es pensando en ella e implementando cambios para protegerla, aquí va esta lista de 5 hábitos que puedes integrar a tu vida cotidiana para tener una vida más equilibrada con el planeta, y para que tu preocupación por su conservación no se manifieste solamente hoy sino todos los días del año.
1. Aprende un poco más sobre el planeta
No se cuida lo que no se conoce, así que una buena manera de tener más de sentido de pertenencia por este gran hogar que todos compartimos es saber un poco más sobre él. Esto no significa que tengas que estudiar biología o dedicarte a recorrer el mundo (aunque eso no estaría nada mal)… simplemente que empieces a desarrollar más de interés por todas las cosas maravillosas que tiene la tierra, y que empieces a explorar, aunque sea de manera virtual, todos los lugares y seres que vale la pena conocer y proteger. Para empezar, te recomiendo que sigas algunas de mis cuentas de Instagram favoritas para ese fin: Instituto Humboldt, Nat Geo Travel, Teresa Franco, Wilder Quarterly, Lucky Charms & Beer (muchas vacas con sus bebés, recordándonos lo lindos que son cuando están vivos), NRDC Biogems, Mission Blue, Ocean, Christian Ziegler, Tim Laman y The Photo Society.
2. Acostúmbrate a cuestionar tus hábitos
Somos 7 mil millones de habitantes humanos, y todos —TODOS— estamos constantemente aportando nuestro granito de arena para el deterioro del planeta. Estamos muy acostumbrados a criticar al gobierno, a cuestionar a las multinacionales… y sí, evidentemente parte de la responsabilidad está en las decisiones que se toman desde los círculos de poder económico y político, pero la verdad es que, si bien el gobierno y las multinacionales preparan el terreno para que creamos que es normal hacer ciertas cosas, ellos no tienen el poder para obligarnos directamente, en nuestros actos cotidianos, a derrochar agua, a consumir indiscriminadamente, a comer carne todos los días, a andar en carro de un lado a otro como si no tuviéramos pies u otros medios de transporte, a usar productos desechables constantemente, a maltratar a los animales y a las personas o a tratar al planeta como si tuviéramos uno de repuesto. Míralo de esta manera: la mala noticia es que todxs somos parte del problema; la buena noticia es que eso significa que todxs podemos ser parte de la solución.
3. Empieza a pensar en lo que consumes
Normalmente no pensamos en el enorme impacto que tienen en el planeta nuestras decisiones de compra, pero la verdad es que detrás de nuestros hábitos de consumo se mueven las más grandes problemáticas que enfrenta la humanidad y la vida en la tierra. Desde nuestra dependencia a los objetos y empaques de plástico (objetos que vienen de la explotación petrolera y que llenan al planeta de basura), pasando por nuestra afición por la ropa barata (y que viene de la mano con la violación de derechos humanos y muchos otros problemas) y llegando a nuestro apetito incontrolable (creyendo que podemos comer todo lo que se nos ponga al frente, sin preocuparnos por el impacto ambiental y social, o por las atrocidades a las que son sometidos los animales sólo para satisfacer nuestros antojos)… cada decisión de compra que tomamos nos pone en un lado de la balanza, y sin embargo compramos y compramos y seguimos comprando y consumiendo, casi siempre sin preguntarnos qué problemas estamos fomentando o qué tipo de prácticas estamos financiando. Hay una frase que me encanta, porque expresa con total claridad la importancia de cuestionar nuestros hábitos de consumo, y dice así:
“Cada vez que gastas dinero, estás emitiendo un voto por el tipo de mundo en el que quieres vivir”.
— Anna Lappé
4. Empieza a pensar en lo que desechas
Todos esos productos que consumimos, además del impacto que ya revisamos en el punto de arriba, tienen otra cosa en común: los desechos. Cada cosa que consumimos genera un desecho, sea orgánico, reutilizable o reciclable, o uno de esos que se queda en el planeta por cientos —y a veces miles— de años. ¿Te has puesto a pensar a dónde va a parar toda la basura que generamos? Es un asunto difícil, porque el sistema de recolección de basuras de las ciudades hace que nos parezca todo muy mágico, como si todo fuera a parar a un agujero negro o a un universo paralelo… pero no es así, la basura se queda aquí; tal vez no directamente a la vista, pero sí debajo de los rellenos sanitarios (que por supuesto no son infinitos ni mucho menos infalibles), en los cauces de los ríos, en los estómagos y los cuerpos de los animales y en el mar.
Debido a que no tenemos que llevar la basura con nosotros todo el tiempo, es realmente fácil que nos olvidemos de ella y que pasemos la vida sin siquiera saber qué tanta generamos. Empezar a hacer más consciente todo el asunto de los desechos es un paso súper importante hacia una vida más sostenible, pues no sólo estarás cuestionando la cantidad y el tipo de basura que generas, sino que —por extensión— empezarás a observar de manera más crítica cada acto de consumo que llevó a generar cada desecho en particular.
5. Usa tu voz
Si estás aquí y ya has leído hasta este punto es seguramente porque tienes un interés genuino en buscar maneras de ser más sostenible, y eso es algo muy valioso. En el mundo hay muchas personas haciendo las cosas mal y metiendo la pata, pero yo quiero creer que en la grandísima mayoría de los casos no se trata de maldad sino de falta de información, así que compartir información sobre el planeta, las amenazas que enfrenta y las acciones básicas para su conservación es una manera sencilla y efectiva de multiplicar tu propio impacto positivo. Vivimos en una época ideal en ese sentido: encontrar y compartir información es más fácil que nunca; contamos con una gran cantidad de herramientas que permiten que el impacto de un mensaje en particular se multiplique por mil en cuestión de minutos, así que ponte manos a la obra. ¿Encontraste una noticia que piensas que puede hacer que tus amigos se interesen por la protección del planeta? ¿Una publicación en la que se amplía algún tema actual relacionado con sostenibilidad? ¿Una lista con recomendaciones para tener una vida más sostenible? ¡Compártelos!
¿Aplicas ya alguno de estos hábitos? ¿Qué le recomendarías a las personas que los van a empezar a aplicar? ¡Te espero en los comentarios!