Me encantan los animales. Me gustan tanto que suelen ser los protagonistas de las fotos que saco en mis viajes. Me gustan tanto que además decidí hacer que mis hábitos reflejaran lo que siento por ellos, porque me gustan los animales vivos, disfrutando su hábitat, mimando a sus bebés o jugando con sus amigos, y nada de eso pasa cuando los usamos para nuestro beneficio.
Pensándolo bien, es insólito que no haya hablado más de ellos aquí en el blog. Tengo una categoría especialmente dedicada a la gente bonita (porque creo que de verdad es importante recordar que en el mundo hay mucha gente así) y ningún espacio dedicado a hablar de los animales… pero eso se corrige ahora mismo. Esta es oficialmente la primera publicación de la categoría “Animales bonitos”, en la que te presentaré a muchos vecinos terrícolas que tal vez no conoces todavía, y a muchos que sí conoces, pero tal vez no lo suficiente. Yo no soy bióloga, ni zoóloga, ni tengo ninguna credencial para hablar sobre animales desde la mirada “experta”, pero los admiro, los respeto y los quiero (sí, los quiero, hasta a esos que no me gustan) y voy a hablar de ellos desde esa mirada, la mirada de —lo que me gusta considerar que soy— una buena amiga.
¿Y por qué voy a hablar de animales? Porque no se cuida lo que no se conoce (o por lo menos no se cuida tan bien), y creo que sólo descubriendo todas las maravillas que esconde este planeta podemos entender realmente la importancia de protegerlo. ¿Y cuáles son los animales “bonitos”? Todos. En esta sección hablaré tanto de gatitos peludos como de insectos que parecen sacados de películas de ciencia ficción.
Para abrir esta categoría viene a acompañarnos el numbat. Pudo haber sido cualquier otro: uno más común o uno más raro, pero éste ha sido uno de mis (tantos) animales favoritos, y me pareció un buen representante para empezar. Es chiquito, es adorable y vive en una isla… y yo tengo una —sana— obsesión con las islas. La isla en la que vive no es pequeña, pero es muy particular; se llama Australia.
Antes de hablar del numbat, me parece importante explicar qué es lo que tiene de particular su país de origen. Australia es un país insular (que está constituido sólo por islas y no tiene territorio continental), con un territorio predominantemente desértico y semiárido, aunque también cuenta con bosques montañosos y selvas húmedas tropicales entre sus diversos hábitats. Es un pedazo de tierra antiguo y, puesto que ha estado separado del resto de los continentes durante tanto, tantísimo tiempo, Australia está lleno de especies endémicas; es decir, especies que existen allá y solamente allá. Según Wikipedia, alrededor del 85 % de las plantas con flor, el 84 % de los mamíferos, más del 45 % de las aves, y el 90 % de los peces de las zonas costeras templadas son endémicos; y claro, al ser especies únicas, muchas de ellas están amenazadas por las actividades humanas, la pérdida de hábitats y la introducción de especies invasoras.
En ese grupo de especies amenazadas está nuestro protagonista de hoy: el numbat (Myrmecobius fasciatus). El numbat es un marsupial —así como los canguros y las zarigüeyas— así que después de un corto período de desarrollo en el útero, protege a sus bebés hasta que se han desarrollado completamente. Los numbats no tienen marsupio (la bolsa que caracteriza a casi todos los marsupiales) y las madres llevan a sus bebés adheridos a las mamas, y protegidos con su pelo y con la hinchazón que se genera en los muslos y el abdomen durante la lactancia. El adulto se alimenta casi exclusivamente de termitas y para este fin tiene un hocico puntiagudo, una lengua pegajosa y cilíndrica y un paladar óseo contra el que las aplasta antes de tragarlas.
Mide entre 35 y 45 cm incluyendo la cola, que es casi tan larga como el cuerpo, y pesa entre 280 y 700 gr (aquí te puedes hacer una idea de lo chiquitín que es). A diferencia de la mayoría de marsupiales, el numbat es diurno, para adaptarse a su tipo de alimentación. Tiene la mayor agudeza visual entre los marsupiales (algo que probablemente es una adaptación a sus hábitos diurnos) y se cree que la visión es su principal herramienta para encontrar los montículos de termitas (aunque también se guía por el olfato) y para identificar posibles depredadores.
Los numbats solían estar distribuidos por todo el suroeste de Australia, pero con la llegada de los europeos su población se redujo drásticamente, y ahora se encuentran solamente en pequeñas manchas de territorio; en los últimos años han sido re-introducidos con éxito en algunas reservas naturales, pero siguen estando en peligro de extinción y siguen siendo parte de la lista roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
La disminución de la población, como te conté antes, está relacionada con las actividades humanas, la pérdida de hábitats y, particularmente, por la introducción de zorros rojos por parte de los colonizadores europeos en el siglo XIX, y posteriormente por la introducción de perros y gatos domésticos. En 1970 la población estuvo por debajo de los 1000 ejemplares, pero ha aumentado un poco gracias a la re-introducción en áreas protegidas y al esfuerzo de iniciativas como Project Numbat.
Para que la población aumente, se llevan a cabo proyectos de reproducción en cautiverio y de liberación en reservas naturales. Los numbats se reproducen en febrero y marzo, la gestación dura 15 días y normalmente tienen una sola camada; al nacer, los pequeños miden más o menos 2 cm, se arrastran hasta los pezones de la mamá y se quedan ahí hasta julio o agosto, cuando ya están midiendo unos 7.5 cm. Aquí puedes ver a una mamá numbat con sus cuatro bebés aferrados al pelo y las mamas (cuando se levanta en las patas traseras se ven unos bultitos peludos… esos son los bebés).
Después del destete, las madres dejan a los pequeños en un nido mientras salen a comer, o los llevan consigo agarrados del lomo; las crías serán completamente independientes en noviembre. Las hembras alcanzan la madurez sexual al siguiente verano, y los machos un año después de eso. Aquí puedes ver un grupo de cuatro pequeños en la entrada de una madriguera, mientras esperan a que la mamá vuelva a casa después de haber ido a comer termitas ♥
¿Por qué me gustan los numbats? Creo que la pregunta es: ¿a quién pueden NO gustarle?
Me pone triste pensar en un futuro en el que estos animales no existan. Me aterra ese mapa que aparece arriba, con esos puntos diminutos haciendo contraste al área mucho más amplia que solían habitar. ¿Habrá esperanza para los numbats? ¿Para nosotros? Yo quiero creer que sí… aunque tantas veces la realidad parezca apuntar hacia el lado contrario.
Y aquí viene algo importante: los numbats están lejos, en otro país (bueno, a menos que me estés leyendo desde Australia)… ¿qué puede hacer uno para proteger algo que está al otro lado del planeta? La respuesta es muy sencilla: uno puede cuidar ESTE lado del planeta, el que queda cerquita, el que está en el rango de acción. Con mucha frecuencia se nos olvida que “el otro lado del mundo” es todavía este mismo mundo, y que incluso una insignificante interferencia en el equilibrio de un entorno lejano tiene consecuencias incalculables en nuestro propio entorno.
Para despedirnos del invitado de hoy, te dejo este video de un numbat paseando por el Scotia Wildlife Sanctuary.
No he tenido la suerte de ir a Australia así que ninguna de las fotos de esta entrada es mía.
Las saqué de aquí, aquí y aquí.