Está bien no estar bien (una reflexión relativamente poco estructurada sobre mi proceso personal)

Está bien no estar bien

Hace unos días me crucé en Instagram con una imagen de Amalia Andrade que decía “está bien estar mal”. Es gracioso/triste, pero en repetidas ocasiones de mi vida he necesitado que alguien externo me “dé permiso” para estar triste, y esa imagen llegó a mí justo en un momento en el que necesitaba sentir que alguien me daba permiso para estar mal.

Aprender sobre temas relacionados con sostenibilidad ha hecho que para mí sea cada vez más evidente lo privilegiada que soy, y desde ese privilegio a veces empiezo a sentir que es un atrevimiento de mi parte estar triste o sentirme mal. Escribir y compartir mis ideas aquí ha requerido que me enfrente constantemente con cosas difíciles (de la sociedad, de las personas que me rodean y, por supuesto, mías), y me ha obligado a ser híper-consciente de mis propias fallas y de todas las cosas en las que mi máximo esfuerzo sigue siendo absoluta y dolorosamente insuficiente… y desde esa insuficiencia a veces pienso que pierde todo el sentido seguir hablando de esto, porque es muy poco y porque es muy tarde (y ni es poco ni es tarde, y claro que tengo derecho a estar triste o a sentirme mal, pero esas son cosas que sé de la piel para afuera, y que últimamente me está costando mucho trabajo entender e integrar por completo de la piel para adentro). Todo esto mientras al mismo tiempo siento que, para hacer las cosas bien, debo seguir avanzando, escribiendo, compartiendo, publicando, y termino —a veces sin querer, a veces queriendo sin darme cuenta— mostrando una imagen distorsionada de mi vida, una imagen que lleva a que algunas personas piensen que esto a mí me resulta fácil, o que soy (o busco ser) una “ecologista pura”, o que tengo respuestas para todo, o que todo lo que hago en mi búsqueda de una vida más sostenible lo hago bien; y por supuesto, nada de eso es cierto.

Ese tira y encoge de un lado y del otro, combinado con un estado emocional “delicado” —alias depresión—, me ha llevado a sentirme en un estado de semi-parálisis con respecto a este blog (que ahora además no solo es un proyecto personal sino el eje de todo mi trabajo. #NoPressure). Hace meses que no me siento cómoda escribiendo aquí. Hace meses que no me siento cómoda publicando cosas en mis redes sociales (aunque esto tiene también otra carga distinta, que exploraré y compartiré más adelante). Hace meses que me siento culpable por eso, también; y creo que parte de esa incomodidad y esa culpa vienen de sentir que no estoy cumpliendo con un estándar (auto-impuesto, obvio) de lo que supongo que sería la manera ideal de compartir mi proceso personal. En mi mente, la manera ideal de escribir aquí es siéndole fiel a lo que siempre he promovido: que el proceso es esencial, que hay que seguir avanzando sin perder la esperanza, que cualquier cosita es cariño. Pero a veces yo misma dudo de todo eso, y me siento como una hipócrita si sigo escribiendo a pesar de dudarlo, y por eso dejo de escribir, #YDelMismoModoEnElSentidoContrario.

Lo que me parece curioso, si miro todo este nudo interno desde afuera, es que lo que he querido siempre es compartir mi propio proceso, y mi proceso en este momento consiste precisamente en eso: en estar en un estado emocional diferente, en estar cuestionando las ideas que han servido como base a lo que he compartido aquí hasta ahora (¡qué cosa más importante!), y en estar sintiéndome muy insegura por eso. Es todo totalmente válido, pero está tan lejos de mi idea ideal que siento que lo que voy a compartir no tiene sentido, porque no es suficiente, porque llega tarde… porque si yo no estoy bien, siento que nada de lo que hago está bien.

No quiero que parezca que estoy buscando palmaditas virtuales en la espalda, ni que estoy quejándome, ni que estoy aprovechando lo “instagrameable” que se está volviendo el hablar de salud mental. Me parece genial e importantísimo que se hable cada vez más abiertamente de salud mental, pero no quiero que parezca que estoy explotando mis propias emociones para generar tráfico web. Quiero compartir lo que estoy sintiendo porque, después de darle tantas vueltas, pensé que tal vez el hecho de escribir sobre esta fase de mi proceso personal pueda serle útil a otras personas que están encontrándose en un lugar emocional parecido, y porque creo que es necesario que veamos con más claridad que detrás de la búsqueda de una vida más sostenible no solo hay compras a granel, paseos en bicicleta, arcoíris y pajaritos, sino que también —tal vez sobre todo— hay frustración, tristeza, agotamiento, dolor y momentos de profunda desesperanza. Decidí publicar este texto aquí porque de eso se trata este blog: de compartir mi proceso personal. Y mi proceso personal consiste, en este preciso momento, en “administrar” mis ganas de promover cambios colectivos hacia estilos de vida más equilibrados con el planeta, mientras al mismo tiempo encuentro maneras de “administrar” la depresión y la ansiedad, para generar un cambio personal hacia una vida más equilibrada conmigo misma.

 

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Veo cosas que he escrito aquí antes y me frustra un poco, debo confesarlo. ¿De dónde estaba sacando tanta tranquilidad para hablar sobre el proceso, sobre no perder la esperanza? ¿Quién es esa persona que estaba escribiendo, que ya casi no la recuerdo? Llevo meses esperando a volver a sentirme así, tal vez pensando que esa es la única versión válida de mí misma, y que esta versión —la actual, la deprimida, ansiosa, insegura, la que “no está bien”— no tiene por qué aparecer en público, porque si acepto que yo también pierdo la esperanza ya nadie va a creer en las cosas que quiero decir. Y eso no solo no tiene sentido, sino que es muy injusto conmigo misma. Me hace falta —mucha— tratarme con el mismo cuidado, sensibilidad, solidaridad, compasión y empatía que he promovido como esencial en nuestra relación con el planeta y todos los seres que lo habitan. Se me olvida que soy un ser que habita este planeta, al parecer.

En fin. Lo que quería compartir es esto: está bien no estar bien, pero a mí se me olvida; hoy eso escribo sobre esto para recordármelo. No he sabido si escribir sobre esto o no porque me pregunto si esta fase de mi proceso personal también cabe en mi blog, y pues… es mi blog, yo decido si cabe o no cabe, y ahora he decidido que sí cabe. Tal vez para algunas personas deje de tener sentido lo que comparto, pero seguramente a otras personas esta fase de mi proceso les resulte también muy útil… así que aquí estoy, tratando de avanzar con lo que tengo (y lo que tengo en este momento es un coctel de depresión, ansiedad, inseguridad y un poquito de desesperanza) y tratando de aplicar lo que yo misma he dicho antes: que el proceso es esencial, que hay que seguir avanzando sin perder —del todo— la esperanza, que —con notas al pie de la página— cualquier cosita es cariño.